Misas herejes (Evaristo Carriego) Libros Clásicos

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¿Quién los llama?
¿Porqué huyeron, dejando sus selvas...?
Son tropeles que azuza el peligro
y vienen de lejos como una inclemencia...
¿Mas, que buscan? Los lomos hirsutos
estremecen sus rabias sangrientas:
en un torpe rencor incesante
tal vez una vida sus garras laceran.
¿Mujer... hijos? No quiero acordarme.
¿Están ellos aquí?.. No te duermas...
¿Han aullado otra vez, o es el viento?
Los dos se han unido y aguardan la presa.
¡Yo los siento volver: son los mismos,
los conozco, los monstruos que llegan:
de mis largas vigilias guardianes
y junto a mi lecho fatal, centinelas!
...Sus tentáculos hieren mi entraña...
Mira, hermano, la noche ¡cuan negra!
Se creyera que pasa la vida

envuelta en un torvo girón de tinieblas.
¡Cómo cae la nieve, en la calle!
sin un rayo de luz ¡qué tristeza!
Si pudiese pensar, pensaría
que dentro del alma me cabe una estepa...

¡Oh, mi sangre sin sol, mis pasiones, mis oscuras heridas inciertas que en el borde filoso del vaso a todos los filtros del Odio se abrieran! ...Ven, acércate más. No te turbes y verás en la noche agorera como sobre la fúnebre ronda inédita el Ensueño, con cara de pena... ¿Quién se ha puesto a reír? ¡Compañero! se han mezclado a los lobos las hienas... El Silencio descubre su esfinge y, aullando, los monstruos avanzan a tientas...
...Hubo un ronco gemido en la sombra, se halló solo el borracho en la tienda y por eso la loca, la extraña mitad de aquel canto, quedó en la botella.

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