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¿Os rendís? Por supuesto, por vanidad estaba llevando el juego demasiado lejos ylos bellacos vieron su oportunidad.
-Sí, sí -contestaron impacientes.
-Pues muy bien -gritó él-, soy Peter Pan.
¡Pan!
Al momento Garfio volvió a ser el de siempre y Smee y Starkey sus fieles secuaces.
-Ya lo tenemos -gritó Garfio-. Al agua, Smee. Starkey, vigila el bote. Cogedlo vivo o muerto.
Daba saltos mientras hablaba y al mismo tiempo se oyó la alegre voz de Peten
-¿Estáis listos, chicos?
-Sí -contestaron desde diversos puntos de la laguna.
-Pues dadles una paliza a los piratas.
La lucha fue breve y cruenta. El primero en cobrarse una víctima fue John, que subió valientemente al bote y agarró a Starkey. Hubo una dura pelea, en la que al pirata le fue arrebatado el sable. Se tiró por la borda y John saltó tras él. El bote se alejó a la deriva.
Aquí y allá surgía una cabeza en el agua y se veía un destello metálico, seguido de un grito o un alarido. En la confusión algunos atacaban a los de su propio bando. El sacacorchos de Smee hirió a Lelo en la cuarta costilla, pero él fue herido a su vez por Rizos. A mayor distancia de la roca Starkey hacía sudar a Presuntuoso y a los gemelos.
¿Dónde estaba Peter a todo esto? Estaba persiguiendo una presa más grande.
Todos los demás eran chicos valientes y no se les debe echar en cara que se apartaran del capitán pirata. Su garra de hierro trazaba un círculo de muerte en el agua, del que huían como peces asustados.
Pero había uno que no lo temía: uno dispuesto a penetrar en ese círculo.