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proporciones en el depósito incrustado de ladrillos, se aplicaba el fuego
al horno y los grandes [59] vapores del azufre, eran conducidos al agua
depositada, formándose ácido sulfúrico de ley tal. El que elaboraba el
yodo, guardaba el mayor secreto sobre los métodos empleados para producir
este ácido y también el yodo; pero pude cerciorarme de las labores, hasta
cierto punto. Inmediato a la mesa citada, se hallaba fuertemente
establecido, un gran depósito redondo de madera, formado de gruesos
tablones muy bien unidos y ligados con sendos sunchos de fierro. En el
centro de este gran depósito, existía perpendicular, un batidor, al que
podía hacerse mover con alguna rapidez, por medio de un mango. Por medio
de una cañería se depositaba, en el gran tanque, que tenía como 3 varas de
diámetro, una cantidad de agua vieja conducida de un tanque superior; a
esa agua vieja se le echaba una cantidad conveniente del acido sulfúrico,
ya allí elaborado, y ambas sustancias eran removidas y bien mezcladas por
el batidor perpendicular, movido por dos hombres, dando vueltas al mango.
A proporción que se iban mezclando el agua vieja y el ácido sulfúrico, se
desprendían ligeros vapores violetas, de la superficie de los líquidos,
formando bellísimas colores y vistas, parecidas a los colores de los
buches de las palomas, resplandecientes de violeta con oro; mezcladas bien
las materias expresadas, se dejan asentar por un tiempo determinado;
después se removían bien, y el líquido se hacía correr por medio de una
canaleja de plomo, a bolsas fabricadas de telas gruesas; estas bolsas