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carnero siquiera. Parado el Cóndor, tendrá una altura, cuando más, de
cuatro pies, de la punta de la cabeza erguida al suelo. El macho es de
plumaje negro, con plumas de color plomo en las alas; tiene una gran
golilla de plumón blanco, alrededor del pescuezo, y toda la parte del pico
se halla cubierta de carúnculas carnosas, que le dan cierto aspecto feroz.
La hembra es de menor tamaño y de color plomo las alas y espalda, con
mezcla de plomo y negro en el pecho; no tiene golilla blanca y las
carúnculas son poco pronunciadas; pone dos huevos más grandes que los del
pavo, color blanquisco, con pintas cafés y amarillas, sobre unos pocos
palitos o yerbas secas, en lugar muy apartado. Los pichones se hallan
cubiertos de un abundante plumón color café con leche.
El naturalista José Monlan, en su obra sobre Zoología, publicada en
Barcelona, en 1874, y en la librería de Juan Bastinos e Hijos, asegura,
página 370, que el Cóndor sólo habita en las cordilleras más elevadas, y
que jamás baja a los llanos. El señor Monlan se ha equivocado
completamente: el Cóndor cabalmente es escaso en las cordilleras, y muy
abundante en las costas, como en las pampas de Tarapacá, Lomas de la
Costa, y, en especial, en nuestras playas, y en los puntos donde se hallan
situadas las Loberías marítimas. En las Cordilleras de los Andes, y que
corren a lo largo de nuestras costas, se hallan a veces, en los Andes del
Illampu e Illimani, [64] jamás los he visto. Contrayéndome ahora a la