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cinco cuerpos, sobrepuestos el uno al otro; como el de Tiaguanaco tenía
terraplenes alrededor, con gradas en las esquinas [194] para subir a los
más altos, y con celdas en sus murallas para los sacerdotes Budistas.
Las ruinas de Timuanaco, al parecer son obra de pueblos muy
adelantados en civilización, pues han levantado edificios tan grandes y
notables para su arquitectura; demostrando a la vez, que conocían el uso
de herramientas convenientes para cortar en las canteras, y para labrar,
con exquisita precisión, las piedras necesarias para sus obras.
El uso del fierro era desconocido en las Américas; cuando abordaron a
las costas del norte los Normandos; o cuando Colón descubrió estos
continentes. Solo el chumpi, mezcla de cobre con estaño, o sea el bronce,
era usado, y quizás ese metal ha sido empleado en las herramientas usadas
en estas construcciones.
Por otra parle, para conducir esos inmensos y pesados trozos de
piedra de las canteras, han debido emplearse fuerzas de movilización,
desconocidas para nosotros.
Quizás una abundante y opulenta población ha existido en esos
contornos, hoy áridos y casi desiertos; quizás esos hoy casi improductivos
campos, han sido extensos vergeles con producciones tropicales, o a lo
menos suficientes para mantener esos innumerables trabajadores.
Hoy los campos de Tiaguanaco, con su altura de trece mil pies sobre
el nivel del mar, no producen sino escasa cebada, cortas cosechas de
papas, y quinua en reducidas cantidades; hoy, esos campos son pampas donde
predomina el hielo y el frío en muchos meses del año.
En todos esos alrededores no se notan otros restos de antiguas