La lucha por la vida I (Pío Baroja) Libros Clásicos

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concluye en un amanecer gris, cuando Manuel, considerando el contraste
entre los noctámbulos que vuelven a sus refugios y quienes salen a la calle
dispuestos a comenzar una nueva jornada de trabajo, se afirma en su
propósito de «ser de éstos, de los que trabajan al sol no de los que buscan
el placer en la sombra».

En Mala hierba, Manuel intenta cambiar de vida. Trabaja para un
escultor y un fotógrafo, y acaba por entrar de aprendiz en una imprenta,
con lo que se apunta ya su camino futuro. Pero aún gravita sobre él su
pasado más turbio, y un encuentro fortuito con suprimo Vidal y con el
Bizco, antiguos cómplices de fechorías, lo devuelve temporalmente al
mundo de la delincuencia. El asesinato de Vidal lo impulsa una vez más
a escapar de los barrios bajos. Una «sorda irritación contra todo el mundo»
le hace prestar atención a las teorías del cajista Jesús, partidario de un
anarquismo que conduzca a una sociedad idílica de hombres libres, sin
autoridades, sin luchas, sin injusticias. Este cuadro soñado de un ideal
utópico cierra Mala hierba y prepara el terreno a la historia de Aurora roja,
donde el sector del hampa y el de los artesanos dejan paso, en una
gradación paralela al ascenso social de Manuel, al ámbito de los obreros
asalariados y de las núcleos anarquistas. Es aquí donde cobra relieve un
nuevo personaje: Juan, el hermano de Manuel, que ha abandonado el
seminario y predica una especie de fraternidad universal casi mística en
la que parecen encarnarse las aspiraciones del anarquismo más idealista.

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