La lucha por la vida I (Pío Baroja) Libros Clásicos

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recibir una carta que la llenó de preocupaciones. Su cuñado le escribía
que a Manuel, el mayor de los hijos de la Petra, lo enviaban a Madrid; no
le daba explicaciones claras del porqué de aquella determinación; decía
únicamente la carta que allí, en el pueblo, el chico perdía el tiempo, y que
lo mejor era que fuese a Madrid a aprender un oficio.

A la Petra, aquella carta le hizo cavilar mucho. Después de fregar los
platos se puso a lavar en la artesa; no le abandonaba la idea fija de que,
cuando su cuñado le enviaba a Manuel, habría hecho alguna barbaridad
el muchacho. Pronto lo podía saber, porque a la noche llegaba.

La Petra tenía cuatro hijos, dos varones y dos hembras; las dos
muchachas estaban bien colocadas: la mayor, de doncella, con unas
señoras muy ricas y religiosas; la pequeña, en casa de un empleado.

Los chicos le preocupaban más; el menor no tanto, porque, según le
decían, seguía siendo de buena índole; pero el mayor era revoltoso y
díscolo.

-No se parece a mí -pensaba la Petra-. En cambio, tiene bastante
semejanza con mi marido.


Pío Baroja

Y esto le producía inquietudes; su marido, Manuel Alcázar, había sido
hombre enérgico y fuerte, y en la última época de su vida, malhumorado
y brutal.

Era maquinista de tren y ganaba buen sueldo. La Petra y él no se
entendían, y el matrimonio andaba siempre a trastazos.

La gente, los conocidos, culpaban de todo a Alcázar, el maquinista,

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