Página 91 de 454
los miembros con humores retenidos,
no casado la cara con el vientre, 54
le obliga a que los labios tenga abiertos,
tal como a causa de la sed el hético,
que uno al mentón, y el otro lleva arriba. 57
«Ah vosotros que andáis sin pena alguna,
y yo no sé por qué, en el mundo bajo
-él nos dijo-, mirad y estad atentos 60
a la miseria de maese Adamo: 61
mientras viví yo tuve cuanto quise,
y una gota de agua, ¡ay triste!, ansío. 63
Los arroyuelos que en las verdes lomas
de Casentino bajan hasta el Arno,
y hacen sus cauces fríos y apacibles, 66
siempre tengo delante, y no es en vano;
porque su imagen aún más me reseca
que el mal con que mi rostro se descarna. 69
La rígida justicia que me hiere
se sirve del lugar en que pequé
para que ponga en fuga más suspiros. 72
Está Romena allí, donde hice falsa
la aleación sigilada del Bautista,
por lo que el cuerpo quemado dejé. 75
Pero si viese aquí el ánima triste
de Guido o de Alejandro o de su hermano, 77
Fuente Branda, por verlos, no cambiase. 78
Una ya dentro está, si las rabiosas
sombras que van en torno no se engañan,
¿mas de qué sirve a mis miembros ligados? 81
Si acaso fuese al menos tan ligero
que anduviese en un siglo una pulgada,
en el camino ya me habría puesto, 84
buscándole entre aquella gente infame,
aunque once millas abarque esta fosa,
y no menos de media de través. 87
Por aquellos me encuentro en tal familia:
pues me indujeron a acuñar florines
con tres quilates de oro solamente.» 90
Y yo dije: «¿Quién son los dos mezquinos
que humean, cual las manos en invierno,
apretados yaciendo a tu derecha?» 93
«Aquí los encontré, y no se han movido
-me repuso- al llover yo en este abismo 97