El famoso cohete (Oscar Wilde) Libros Clásicos

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¡Qué lástima!
-¡Ejem! ¡Ejem! -dijo el cohete.
-¡Qué voz más deliciosa tenéis -gritó la rana-. Parece el croar de
una rana y croar es la cosa más musical del mundo. Ya oiréis nuestros
coros esta noche. Nos colocamos en el antiguo estanque de los patos junto
a la alquería y en cuanto aparece la luna empezamos. El concierto es tan
sublime que todo el mundo viene a oírnos. Ayer, sin ir más lejos, oí a la
mujer del colono decir a la madre que no pudo dormir ni un segundo durante
la noche por nuestra causa. Es muy agradable ver lo popular que es una.
-¡Ejem! ¡Ejem! -dijo el cohete.
Estaba muy molesto de no poder salir de su mutismo.
-Sí, ¡una voz deliciosa! -prosiguió la rana-. Espero que vendréis al
estanque de los patos. Voy a echar un vistazo a mis hijas. Tengo seis
hijas soberbias y me inquieta mucho que el sollo tope con ellas... Es un
verdadero monstruo y no sentiría el menor escrúpulo en jamárselas. Así es
que ¡adiós! Me agrada mucho vuestra conversación, os lo aseguro.
-¿Y llamáis conversación a esto? -dijo el cohete-. Habéis charlado
vos sola todo el rato. Eso no es conversación.
-Alguien tiene que escuchar siempre -replicó la rana-, y a mí me
gusta llevar la voz cantante en la conversación. Así se ahorra tiempo y se
evitan disputas.
-Pues a mí me gusta la discusión -dijo el cohete.
-No lo creo -replicó la rana con aire compasivo-. Las discusiones son
completamente vulgares, porque en la buena sociedad todo el mundo tiene
exactamente las mismas opiniones. Adiós otra vez. Veo a mis hijas allá
abajo.
Y la ranita se puso a nadar nuevamente.
-Sois una persona antipática -dijo el cohete- y mal educada. Detesto
a las gentes que hablan de sí mismas como vos, cuando necesita uno hablar
de uno mismo, como en mi caso. Eso es lo que se llama egoísmo, y el
egoísmo es una cosa aborrecible, sobre todo para los que son como yo, pues

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