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OSCAR WILDE
que han cometido eso que en el mundo llaman una
falta no deben nunca ser perdonadas?
LADY WINDERMERE.- (En pie junto a la mesa.)
¡Nunca!
LORD DARLINGTON.- ¿Y los hombres? ¿Cree
usted que debe ser la misma ley para los hombres
que para las mujeres?
LADY WINDERMERE.- ¡La misma!
LORD DARLINGTON.- ¿No será demasiado
compleja la vida para poder gobernarla con esas
reglas tan estrictas y tan duras?
LADY WINDERMERE.- Si todos tuviésemos
«esas reglas tan estrictas y tan duras»,
encontraríamos la vida mucho más sencilla.
LORD DARLINGTON.- ¿No admitiría usted
ninguna excepción?
LADY WINDERMERE.- ¡Ninguna!
LORD DARLINGTON.- ¡Oh, qué puritana tan
encantadora hace usted, lady Windermere!
LADY WINDERMERE-El adjetivo era
innecesario, lord Darlington.
LORD DARLINGTON.- No me fue posible
contenerlo. Yo puedo resistir a todo, menos a la
tentación.
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EL ABANICO DE LADY WINDERMERE
LADY WINDERMERE.- Tiene usted la pose
moderna de la debilidad.
LORD DARLINGTON.- (Mirándola.) ¡Oh! No, es
más que una pose, lady Windermere.
PARKER.- (Entrando. Anunciando.) La duquesa de
Berwick y lady Agatha Carlisle.
(Entran por el fondo la Duquesa de Berwick y LADY
AGATHA. Sale PARKER.)
DUQUESA.- (Viniendo a estrechar la mano de LADY
WINDERMERE.) Querida Margarita, ¡cuánto
tiempo sin verla! Mi hija Agatha. ¿No se recuerda
usted de ella? (Dirigiéndose hacia LORD
DARLINGTON.) ¿Qué tal, lord Darlington? A
usted no le presento a mi hija; es usted demasiado
malo.
LORD DARLINGTON.- No diga usted eso,
duquesa. Como hombre malo, soy un completo
fracasado. ¿No hay por ahí quien dice que en toda
mi vida he hecho nada realmente malo? ¡Claro que
eso lo dicen a espaldas mías!
DUQUESA.- ¿Sí? ¡Qué malvados! Agatha, te presento
a lord Darlington. Mucho ojo con creerle una
sola palabra. (LORD DARLINGTON pasa a la
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derecha de le escena.) No, no, gracias; ya he tomado el