La metamorfosis o El asno de oro (Lucio Apuleyo) Libros Clásicos

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parecieron ladrones y muy crueles. Cuando esto vi, eché mano a mi espada,

que para cosas semejantes yo traía conmigo, y sin más tardanza salté en
medio de ellos, y como a cada uno hallaba luchando con las puertas, dile de
estocadas, hasta tanto que ante mis pies, con las grandes heridas que les
había dado, cayeron muertos. Andando en esta batalla, el ruido despertó a
Fotis y abriome las puertas; yo, fatigado y lleno de sudor, lanceme en casa,
y como estaba cansado de haber peleado con tres ladrones, como Hércules
cuando mató al Gerión, acosteme luego a dormir.
Tercer libro
Argumento
Luego que fue de día, la justicia, con sus ministros y hombres de pie,
vinieron a la posada de Apuleyo y como a un homicida lo llevaron preso
ante los jueces. Y cuenta del gran pueblo y gente que se juntó a verlo. Y de
cómo el promotor le acusó como a hombre matador y cómo él defendía su
inocencia por argumentos de grande orador; y cómo vino una vieja que
parecía ser madre de aquellos muertos, a los cuales, por mandato de los
jueces, Apuleyo descubrió por que la burla pareciese. Donde se levantó tan
gran risa, entre todos, que fue con esto celebrada con gran placer la fiesta
del dios de la risa. Fotis, su amiga, le descubrió la causa de los odres.
Añade luego cómo él vio a la mujer de Milón untarse con ungüento mágico
y transfigurarse en ave; de lo cual le tomó tan gran deseo, que por error de
la bujeta del ungüento, por tornarse ave se transfiguró en asno. En fin, dice
el robo de la casa de Milón, de donde, hecho asno, lo llevaron los ladrones,
cargado con las otras bestias, con las riquezas de Milón.
Capítulo I
Cómo Lucio Apuleyo fue preso por homicida y llevado al teatro público
para ser juzgado ante todo el pueblo, y cómo el promotor fiscal le puso la
acusación para celebrar la fiesta solemne del dios de la risa. Y cómo
Apuleyo responde a ella, por defender su inocencia.
Otro día, de mañana, saliendo el Sol, yo desperté y comencé a pensar en
la hazaña que me había acontecido antenoche; y torciendo las manos y pies,

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