Cartas desde mi molino (Alfonso Daudet) Libros Clásicos

Página 100 de 111

ardite de Prusia, como si no existiese. Al verme el
coronel pareció turbarse un poco, y creí advertir que
bajaba la voz para dirigirme la palabra en francés.
En torno nuestro cuchicheaban: Franzose... Franzose...

A L F O N S O D A U D E T

170

Veía, malquerencia en los ojos de todos. -Sal-
gamos -me dijo el señor de Sieboldt, y una vez fue-
ra, encontré en él su agradable sonrisa de otros
tiempos. El buen hombre no había olvidado su
promesa, pero estaba muy ocupado en colocar clasi-
ficada su colección japonesa, que acababa de vender
al estado. Por eso no me había escrito. En cuanto a
mi tragedia, estaba en Würzburgo, en poder de la
señora Sieboldt, y para llegar hasta allá me era una
autorización especial de la embajada cesa, porque
los prusianos se aproxima Würzburgo y ya no se
entraba allí sin suma dificultad. Tenía tales ganas de,
mí Emperador ciego, que hubiera ido aquella mi noche
a la embajada, si no hubiese temido encontrar a M.
de Trévise acostado...

III
En «Droschke»

A la mañana siguiente, el fondista de la Grappe
Bleue me hizo montar temprano en uno de esos pe-
queños carruajes de alquiler que hay siempre en los
patios de las fondas para enseñar a los viajeros las
curiosidades de la ciudad, y desde donde se os apa-

C A R T A S D E M I M O L I N O

171

recen como entre las hojas de una guía los monu-
mentos y las calles de primer orden. Entonces no se
trataba de llevarme a ver la ciudad, sino de condu-
cirme a la embajada francesa: -¡ Französische Am-
bassad! -repitió dos veces el fondista. El cochero, un
hombrecillo con traje azul y un sombrero gigantes-
co, parecía muy asombrado del nuevo destino que
se daba a su coche, a su droschke (para hablar como
en Munich). Pero yo me quedé más absorto que él,
cuando le vi volver la espalda al barrio noble, tomar
por una larga ronda de arrabal, llena de fábricas, ca-

Página 100 de 111
 


Grupo de Paginas:         

Compartir:




Diccionario: