Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres (Jean Jacques Rousseau) Libros Clásicos

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la patria, y donde los ciudadanos, desde largo tiempo acostumbrados a una
sabia independencia, no solamente fuesen libres, mas también dignos de
serlo.
Hubiera querido una patria disuadida, por una feliz impotencia, del
feroz espíritu de conquista, y a cubierto, por una posición todavía más
afortunada, del temor de poder ser ella misma la conquista de otro Estado;
una ciudad libre colocada entre varios pueblos que no tuvieran interés en
invadirla, sino, al contrario, que cada uno lo tuviese en impedir a los
demás que la invadieran; una república, en fin, que no despertara la
ambición de sus vecinos y que pudiese fundadamente contar con su ayuda en
caso necesario. Síguese de esto que, en tan feliz situación, nada habría
de temer sino de sí misma, y que si sus ciudadanos se hubieran ejercitado
en el uso de las armas, hubiese sido más bien para mantener en ellos ese
ardor guerrero y ese firme valor que tan bien sientan a la libertad y que
alimentan su gusto, que por la necesidad de proveer a su propia defensa.
Hubiera buscado un país donde el derecho de legislar fuese común a
todos los ciudadanos, porque ¿quién puede saber mejor que ellos mismos en
qué condiciones les conviene vivir juntos en una misma sociedad? Pero no
hubiera aprobado plebiscitos semejantes a los usados por el pueblo romano,
en el cual los jefes del Estado y los más interesados en su conservación
estaban excluidos de las deliberaciones, de las que frecuentemente
dependía la salud pública, y donde, por una absurda inconsecuencia, los
magistrados hallábanse privados de los derechos de que disfrutaban los
simples ciudadanos.
Hubiera deseado, al contrario, que, para impedir los proyectos
interesados y mal concebidos y las innovaciones peligrosas que perdieron
por fin a los atenienses, no tuviera cualquiera el derecho de preponer
caprichosamente nuevas leyes; que este derecho perteneciera solamente a
los magistrados; que éstos usasen de él con tanta circunspección, que el
pueblo, por su parte, no fuera menos reservado para otorgar su

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