Página 46 de 298
¡Error! No se encuentra el origen de la referencia., me dijo de su parte Ferrus, ¡Error! No se encuentra el origen de la referencia..
-Bien, lo sé, era la señal convenida para anunciarme que le esperase. Pero ¿eres por ventura de su familia?
-Sí soy; habéis de saber que don Enrique, estando un día con Fernán Pérez de Vadillo...
-¿Fernán Pérez?
-Sí, el marido de Elvira, a quien conocéis como a mí...
-Prosigue, paje, y no me irrites más con tus digresiones.
-Me vio en el cuarto de mi prima y hube de agradarle; díjome que si quería servirle en clase de paje, y acepté a pesar de mi prima, que quería tenerme a su lado porque como sólo conmigo podía hablar de... ¿Queréis que lo diga?
-Acaba, paje del infierno.
-De vuestra señoría -añadió el paje malicioso quitándose una especie de birrete que en la cabeza traía y haciendo una profunda cortesía.
-¿De mí? ¡Ah! tiembla, Jaime, si te diviertes a mis expensas.
-Os quiero demasiado para eso; como os digo, entré a servirle, pero os juro que desde mañana me vuelvo al lado de mi prima, porque he cobrado miedo a sus hechizos. Dicen que sabe alzar figura y.. ¡Jesús!... yo me entiendo.
-Paje, óyeme: nadie en el mundo pudiera haberme hecho más feliz con menos palabras; tú has renovado ideas que yo debiera haber abandonado hace mucho tiempo; pero nadie puede más que su destino. Si en tu vida has sospechado alguna cosa del mal que padezco, calla como la tumba; si nada has sospechado, nada preguntes, nada inquieras. Sobre todo, vuelvas o no al lado de Elvira, júrame no abrir tu boca para decir que me has visto en Madrid; toma -añadió quitándose un anillo que en el dedo pequeño traía-, toma, y éste te recordará la obligación en que quedas conmigo y que el doncel de Enrique III no olvida jamás a las personas que una vez quiso bien. Ahora parte y calla. Nada has oído, nada has visto.
-Señor doncel, ignoro el valor de estos diamantes, pero aunque fuera este anillo de hierro, bastaba para lo que yo le quiero.