Reconquistar Plenty (Colin Greenland) Libros Clásicos

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Todo el mundo se sienta debajo de un paraguas inmenso
A beber ginebra
Y envían donativos
A los que sufren en el infierno.
Se acurrucan en el cielo
Entregándose a los recuerdos
Y se van repitiendo
Que, por suerte, han acabado saliendo a sus padres.
El que un loro cantara produjo el leve efecto de sorpresa habitual y el público aplaudió durante unos momentos, pero enseguida volvió a reanudar las conversaciones interrumpidas. Tabitha intentó que su cabeza dejara de inclinarse hacia el reloj del monitor y no lo consiguió. "¿Cuándo acabará esto -se preguntó-. ¿Cuándo conseguiré mi dinero y podré salir de aquí?"
Una ola de fatiga se fue extendiendo por todo su organismo y la hizo tambalearse en su silla. El otro Gemelo había subido al escenario y los dos estaban haciendo cosas desagradables de forma absolutamente simétrica.
Tabitha echó vino en su copa y la apuró de un trago. Volvió a llenarla. El pretencioso y lento espectáculo seguía desarrollándose ai otro lado de una lámina de cristal.
El único acontecimiento real fue la aparición de Xtasca. El Querubín montado en su platillo volante bajó rápidamente desde el techo de la caverna.
Durante un momento Tabitha creyó que iba a cantar, pero Xtasca no cantó. No hizo nada. No era necesario que hiciese nada. En cuanto el halo que parecía surgir de la nada iluminó a la reluciente silueta negra vestida con su traje opalescente todos los presentes se quedaron callados. Esto era lo que habían venido a ver, suponiendo que hubiesen venido a ver algo.
Tabitha sintió el escalofrío mezcla de horror y fascinación que la había electrizado en la Pradera de Sueño Justo. La sensación se fue materiaIizando en la caverna hasta adquirir la amenazadora solidez de una ola que se ha quedado inmóvil un segundo antes de romper contra la playa. La reacción en forma de zumbido no tardó en llegar. ¿Qué era eso..., un Querubín? ¿Y qué estaba haciendo nada menos que un Querubín en un cabaret humano? ¿Qué estaba haciendo ese Querubín en un lugar cerrado? No podía ser un Querubín. Era un autómata, una marioneta robotizada.
El teclado de Mogul emitió un arpegio de acordes sombríos y estridentes para acompañar el descenso del Querubín. La criatura volvió la cabeza y su mirada rojo rubí se deslizó sobre la escasa clientela del local.

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