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.., tenía un olor acre y peludo.
¿Y A QUÉ SE PARECE ESE OLOR, CAPITANA?
Al de un perro.
LOS PERROS SON UNOS ANIMALES MUY SUCIOS QUE SIEMPRE
ESTAN ARMANDO JALEO, ¿VERDAD? Sí, Alice.
-¿Necesita alguna cosa? -le pregunté-. Quiero decir que... Bueno, nunca he viajado con un eladeldi, ¿sabe?
No dijo nada. Sus largos dedos azules se agarraban con fuerza a los cables de la red.
-Muy bien -dijo yo-. De acuerdo... ¿Adónde vamos?
Abrió un bolsillo cerrado con velcro de sus pantalones, me entregó un diskette sellado y se puso la terminal del copiloto. Yo no podía creerlo. Ni tan siquiera me había preguntado si podía hacerlo, ¿entiendes? Se había limitado a alargar una mano y se la había puesto en la cabeza como si tuviera todo el derecho del mundo a hacerlo, como si se pasara la vida metido en naves de otras personas y el colocarse la terminal del copiloto fuera algo que hacía cada día.
Dejó que despegara. No dijo nada, y no intentó interferir en el procedimiento. Se limitó a quedarse inmóvil junto a mí escuchando y observándome.
Me puse en pie apenas estuvimos en órbita para dejar que trabajaras con el diskette y fui a ver a Wexler. Estaba flotando a cinco centímetros del catre, y aún no se había quitado los correajes. Me pareció que tenía la cara un poquito pálida. Seguía llevando puestas las gafas de espejo y sudaba.
-¿Siempre es así? -le pregunté.
-Disculpe, ¿cómo ha dicho?
No sabía de qué le estaba hablando o, por lo menos, no cuando estaba en servicio activo.
-¿Se encuentra bien? Si quiere puede quedarse aquí -dije yo, aunque tenía la esperanza de que preferiría no hacerlo.
-Oh, enseguida iré a reunirme con ustedes -se apresuró a decir-. Si me da su permiso, claro...
Tuve que echarle una mano con los cierres. Era tan torpe que salió despedido del catre y chocó conmigo. Fue un impacto frontal, ¿sabes? Salí disparada a través del umbral y tuve que agarrarme a la escotilla de atrás. "Estupendo -pensé-, un novato...". Pero empezaba a caerme bien.
AJA.
Oh, Alice, era tan guapo y tenía un aspecto tan triste e indefenso...
ESTABA PENSANDO QUE QUIZA LE RECORDABA A ESE MOSQUITO LLAMADO MICHAEL.
Nunca había pensado en eso, pero... No, el teniente Dominic Wexler era un chico de lo más blandito metido dentro de una camisa almidonada.