El castillo de lindabridis (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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cueva del FAUNO


CORO 1: "Amorosos sacrilegios
esta novedad disculpan,
porque en su misma belleza
están la culpa y disculpa."
CORO 2: "Pues, cuando deidad la adoran,
y cuando beldad la juran,
mirando sus ojos bellos,
quedan vanos de su culpa."
CORO 1: "¡Ay Lindabridis bella, hermosa y pura,
milagro del amor y la hermosura!"
CORO 2: "¡Ay Lindabridis pura, hermosa y bella,
que eres del cielo flor, del campo estrella!"

SIRENE: Bien los dos competidores
cortesanamente usan
de la licencia de amantes,
celebrando tu hermosura
en dulces versos.
LINDABRIDIS: Bien dices;
pero yo no supe nunca
que gallardos caballeros,
que andan buscando aventuras,
con músicos caminasen.
SIRENE: Quien de hacer obsequios gusta
jamás le falta ocasión;
en cualquier parte la busca;
cerca está Constantinopla.
Y como las leyes tuyas
les dan licencia de amarte
y no de verte, procuran
que donde no entran sus ojos,
entren sus penas ocultas
y disfrazadas.
LINDABRIDIS: ¡Qué bien
al compás suyo murmuran
las fuentes de estos jardines,
que el canto a las aguas hurtan!
SIRENE: Esta alfombra, que tejió
de mastranzos y de juncia
el abril, formando en ella
un florido catre, a cuya
belleza corona es
el pabellón de una murta,
trono será de la aurora,
si tú su dosel ocupas.
LINDABRIDIS: Desde aquí se oyen mejor
dulces canciones, que anuncian
anticipada la guerra.

Siéntase, y queda como dormida


SIRENE: Y ella por verte madruga.
ARMINDA: Pues la princesa se queda
aquí, Sirene, segura,
ven donde oigas tono y letra
mejor.
ROSICLER: Vamos, si tú gustas.

Vanse SIRENE y ARMINDA. Sale FAUNO por la
cueva


FAUNO: Cuando de la opuesta boca,
por quien bosteza esta gruta,
aborto fui, con intento
de que la cobarde turba,
siguiéndome, se quedara
sepultada en las obscuras

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