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bastidores. Se descubre una tienda de campaña, de donde
sale MERIDIÁN armado, con acompañamiento, y por
otro lado el rey LICANOR, viejo, y hacen al salir unos y otros
salva de caja y clarín
MERIDIÁN: Invicto Licanor, a quien aclama
y en cuanto el sol midió con veloz llama,
siendo una vez sepulcro y otra cuna,
no compitió ninguna con tu fama,
con tu deidad no compitió ninguna,
atiende, atiende, y en tu real presencia
hoy para protestar me da licencia.
LICANOR: Prosigue, Meridián.
MERIDIÁN: Azul esfera,
rápido Eufrates, áspera montaña,
sagrado muro, bárbara ribera,
gente, ya propia sea, ya sea extraña,
testigos sed que Meridián espera
de sol a sol armado en la campaña,
tomando testimonio cada día
de que a sus enemigos desafía.
Sed testigos de cómo no ha faltado,
desde que se fijó el cartel del duelo,
de la tela y el sitio señalado,
constante al sol, al agua, nieve y hielo;
que a caballo o a pie, desnudo o armado,
con armas o sin ellas, hoy al cielo,
puesta la mano sobre el pomo, jura
que Licanor las armas le asegura.
Testigos sed también que tiene armada
tienda y familia a todo aventurero;
y que desde que entrare en la estacada,
le proveerá de armas y dinero;
y que en defensa de la celebrada
Lindabridis no ha entrado un caballero
a presentarse, y que por tantos días
Tartaria y la campaña están por mías.
Tocan cajas y sale FEBO a pie
FEBO: Ínclito rey del babilonio muro,
que fue de tanto idioma primer fuente,
cuando aquel edificio mal seguro
empinó al orbe de zafir la frente,
hoy que la novedad deste seguro
a tu patria conduce tanta gente
que parece, según la que a ella corre,
que aun la fábrica dura de la torre;