Página 2 de 80
salió; no sé dónde ha ido.
LISARDA: Pues ya que a verle he venido
donde mi pena crüel,
si algún alivio me deja,
a vista de olvido tanto,
sin que yo sepa qué es llanto,
llegue él a saber qué es queja.
Búscale y dile que aquí
estoy.
PATACÓN: Yo lo buscaré,
bien que dónde está no sé.
Mas Fabio, que viene allí,
quizá lo dirá.
LISARDA: Aunque Fabio
no importara que me viera,
y vengar en él pudiera
con un agravio otro agravio,
con todo, en la galería
que cae sobre el Po, le espero
retirada; que no quiero
dar a la desdicha mía
otro testigo.
PATACÓN: ¡Detente!
LISARDA: ¿Por qué?
PATACÓN: Porque en esta parte
esconderte hoy o taparte
tiene un grande inconveniente.
LISARDA: ¿Y qué es?
PATACÓN: Que algún entendido
que está de puntillas puesto
no murmure que entra presto
lo tapado y lo escondido;
y, antes de ver en qué para,
diga, de sí satisfecho,
que este paso está ya hecho.
LISARDA: En que entra Fabio repara,
y no quiero que me vea.
NISE: Tápate, y vente a esconder.--
A PATACÓN
Y tú puedes responder,
pues que yo no sé quién sea,
que si tapada y cubierta
es fácil haga otro tanto,
que yo le daré este manto,
y aquí se queda esta puerta.
Escóndense las dos
PATACÓN: Aunque a estorbaros me aplico,
no puede mi condición
conseguirlo.
Sale FABIO
FABIO: Patacón,
¿adónde está Federico?
PATACÓN: A buscarle voy; aguarda
aquí. (¡Quiera Dios le halle, Aparte
para que pueda avisalle
adónde queda Lisarda!)
FABIO: (Loco pensamiento mío, Aparte
no te quejarás de mí,
porque no fíe de ti
el mal que de mí no fío;
pues cuando pedir pudiera
albricias de que hoy se va
quien tantos celos me da