Las tres justicias en una (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

Página 13 de 56

de Blanca, mi esposa bella,
en quien vos conoceréis
una esclava a quien mandéis.
MENDO: Yo estimaré conocella,
por deuda y señora mía.
(¡Oh quién pudiera excusar, Aparte
cielos, haber de llegar
a ver a Blanca este día!)

Vanse. Salen doña VIOLANTE en traje de camino por un lado,
y por otro doña BLANCA


BLANCA: Felice yo, que tan bella
huéspeda tener merezco,
adonde la pueda estar
a todas horas sirviendo.
A daros la bienvenida
y a ver en qué ayudar puedo,
Violante, a vuestras crïadas
pasé de mi cuarto al vuestro.
VIOLANTE: La felicidad es mía;
pues cuando extranjera vengo
a Aragón, puedo decir
que en él he hallado mi centro.
Perdonadme de que os tenga
en este recibimiento
que divide los dos cuartos,
que no os digo que entréis dentro,
porque revuelto está todo.
BLANCA: Vos tenéis la culpa deso,
no los crïados, porque
no os esperaban tan presto.
VIOLANTE: A mí me pareció tarde;
que no vi la hora, os prometo,
de verme desotra parte
de la montaña, temiendo
segundo riesgo a mi vida.
BLANCA: Luego ¿hubo primero riesgo?
VIOLANTE: Y tan grande que le estoy
en el alma padeciendo
hasta ahora (pues ahora Aparte
aun más que entonces le siento.)
BLANCA: ¿Cómo así?
VIOLANTE: Por defenderme
del sol, que con sus reflejos
sañudamente talaba
la campaña a sangre y fuego,
me apeé de la litera
en un verde sitio ameno,
plaza de armas de las flores,
pues, fortificadas dentro
de los reductos y fosos
de un arroyo, no temieron
ni del sol las baterías
ni las correrías del cierzo,
cuando del seno del monte
cuatro o seis hombres salieron,
que de mi honor y la vida
de mi padre hacerse dueños
intentaron, cuya acción
lograra su atrevimiento,
si a este tiempo no llegara

Página 13 de 56
 

Paginas:
Grupo de Paginas:       

Compartir:



Diccionario: