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es hoy lo que más se precia
en la corte, agradeced
el desengaño, siquiera,
por ser cosa que se halla
con dificultad en ella.
Quedad con Dios.
Vase con su criada
LUIS: Id con Dios.
No hay acción que me suceda
bien, Rodrigo. Si una dama
veo airosa, y conocerla
solicito, me detienen
un necio y una pendencia
que no sé cuál es peor.
Si riño y mi hermano llega,
es mi enemigo su amigo;
si por disculpa me deja
de una dama, es una dama
que mil pesares me cuesta.
De suerte que una tapada
me huye, un necio me atormenta,
un forastero me mata,
y un hermano me le lleva
a ser mi huésped a casa
y otra dama me desprecia.
De mal anda mi fortuna.
RODRIGO: Que de todas esas penas
que sé la que siente más.
LUIS: No sabes.
RODRIGO: Que la que llegas
a sentir más son los celos
de tu hermano y Beatriz bella.
LUIS: Engáñaste.
RODRIGO: Pues, ¿cuál es?
LUIS: Si tengo de hablar de veras
--de ti sólo me fïara--
lo que más siento es que sea
mi hermano tan poco atento
que llevar a casa quiera
un hombre mozo, teniendo,
Rodrigo, una hermana bella,
viuda y moza y, como sabes,
tan de secreto que apenas
sabe el sol que vive en casa,
porque Beatriz, por ser deuda,
solamente la visita.
RODRIGO: Ya sé que su esposo era
administrador en puertos
de mar de unas reales rentas,
y quedó debiendo al rey
grande cantidad de hacienda.
Y ella a la corte se vino
de secreto donde intenta,
escondida y retirada,
componer mejor sus deudas.
Y esto disculpa a tu hermano
pues, si mejor consideras
que su estado no le da