Página 20 de 53
...mas no desea el soldado.
Y, si de alguna manera
alguna vez deseó,
mintió; que atrevida lengua
deseó por boca de ganso.
Hace que se va
LUIS: ¡Aguarda, villano, espera!
¿No te acuerdas que te dije
que en ningún tiempo me vieras,
porque había de matarte
en cualquier estado y tierra
que te hallase?
PEDRO: Así es verdad.
Mas ¿quién hallarte creyera
hoy alférez en San Lúcar?
LUIS: ¡Vive el cielo, que mi afrenta
he de castigar en ti,
pues fuiste la causa de ella!
Acomete a PEDRO. Sale MANUEL
PEDRO: ¡Ay, que me matan!
MANUEL: ¿Qué veo?
¿A mi criado atropella
un soldado? -- ¡Ha caballero!
No sé yo qué causa no mueva
para que a aquese criado
se trate de esa manera,
sin mirar... Pero ¿qué veo?
LUIS: ¡Válgame el cielo! ¿Qué miro?
MANUEL: Con justa razón me admiro.
LUIS: Con el ansia no lo creo.
¡Manuel!
MANUEL: ¡Luis! Pues ¿qué es aquesto?
Abrázanse
¿No fuisteis a Portugal?
¿Qué ocasión en lance tal
hoy nuestra amistad ha puesto?
LUIS: Y vos, Manuel, ¿no os quedasteis
en mi casa en Salvatierra?
¿Con qué ocasión a esta tierra
a darme muerte llegasteis?
¿Cómo cumple de esta suerte
un amigo noble y fiel
obligaciones de aquél
que en una deuda tan fuerte
le pone, cuando le fía
su honor? Testigo es el cielo
que otro bien, otro consuelo
en mi ausencia no tenía.
MANUEL: Los dos en esta ocasión,
como un corazón tenemos,
igualmente padecemos
una misma confusión.
Sacadme primero vos
de otra pena, y yo después
os satisfaré; porque es
fuerza que estemos los dos
solos cuando haya de hablar,
porque os importa el secreto.
LUIS: Que estoy rendido, os prometo,
a un pesar y otro pesar.
Y, por salir del cuidado