Andrómeda y Perseo (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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que, aterida de los fríos
notos, ábregos y cierzos
que respiras, me traspasas!
¡Que me hielo! ¡Que me hielo 1070
a la inclemencia del Aire,
frío y destemplado a un tiempo!
AGUA Espera en Dios.
ANDRÓMEDA                          Guarda tú,
encarcelado elemento,
el coto al margen y no 1075
rompas el sagrado freno
que a raya te tiene; mira
que vas a inundar, soberbio,
toda la Naturaleza.
¡No tan presto, no tan presto 1080
en húmedos obeliscos
sepultes al universo!
¡Que me ahogo! ¡Que me ahogo,
ya desde aquí padeciendo
las avenidas del mar, 1085
preso y desatado a un tiempo!
TIERRA ¡Ampárate de mí!
ANDRÓMEDA                              ¿Cómo
amparo he de hallar si, siendo
tu esfera el tálamo en que
de su limo y de su centro 1090
nací al mundo, veo que ahora
de los materiales mesmos
que me labraste la cuna
me labras el monumento?
¡Oh, mal hubiesen tus flores 1095
y tus frutas, pues el suelo
en que hallé frutas y flores,
abrojos y espinas siento,
ensangrentada la planta!
¡Que me muero! ¡Que me muero 1100
a inclemencias de la tierra,
ingrata y fértil a un tiempo!
Todo, todo es contra mí;
y es verdad, pues aun los tiernos
cantos de las aves no 1105
son ya anuncios, sino agüeros;
gorjeos, sino gemidos;
cláusulas, sino lamentos.
Los halagos de los brutos,
a mi obediencia sujetos, 1110
ya son amenazas, todos
aguzando y previniendo
contra mí presas y garras.
¡Oh, quién no llegara a verlos
por no verlos tan airados! 1115
Pero, ¡ay infeliz!, primero
que ellos en mí las empleen,
yo misma, más fiera que ellos,
las emplearé en mí, arrancando
con piadosa ira del pecho 1120
pedazos del corazón.
Mas, ¡ay!, que aquéste no es medio
y mejor será acudir
a la piedad que al despecho.
¡Fuego, a tu luz!
FUEGO                            ¿A qué luz, 1125

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