Página 11 de 58
haciendo del ladrón fiel,
se fue a confesar con él
porque hablarlo no pudiese.
LEONOR: Eso mismo intento yo.
INÉS: Sí, pero esta santa liga
a los clérigos obliga
pero a las clérigas, no.
LEONOR: Pues, ¿qué he de hacer, ¡ay de mí!
Inés, si esta industria sola
es la que me queda?
Sale BEATRIZ con un espejo, mirándose en él
BEATRIZ: ¡Hola!
¿No hay una fámula aquí?
INÉS: ¿Qué es lo que mandas?
BEATRIZ: Que abstraigas
de mi diestra liberal
este hechizo de cristal
y las quirotecas traigas.
INÉS: ¿Qué son quirotecas?
BEATRIZ: ¿Qué?
Los guantes. ¡Que haya de hablar
por fuerza en frase vulgar!
INÉS: Para otra vez lo sabré.
Ya están aquí.
BEATRIZ: ¡Cuánto lidio
con la ignorancia que hay!
¡Hola Inés!
INÉS: ¿Señora?
BEATRIZ: Tray
de mi biblioteca a Ovidio,
no el Metamorfosis, no,
ni el Arte amandi, pedí,
el Remedio amoris, sí,
que ése le investigo yo.
INÉS: Pues ¿cómo he de conocer
libro, si es que eso has pedido,
si aun el cartel no he sabido
de una comedia leer?
BEATRIZ: Oscura, idiota y lega,
¿no te medra cada día
la concomitancia mía?
LEONOR: (Agora mi papel llega). Aparte
Hermana...
BEATRIZ: ¿Quién me habla así?
LEONOR: Quien a tus pies obediente
viene a arrojarse.
BEATRIZ: Deténte;
no te apropincues a mí,
que empañarás el candor
de mi castísimo bulto,
y profanarás el culto
de las aras de mi honor;
porque mujer que fïó
del caos de la sombra fría
y, en descrédito del día,
nocturno amor aceptó,
no mirar consiga atento
mi semblante a voz profana,
pues víbora será humana
que con su, inficione, aliento.
LEONOR: Beatriz discreta y hermosa,
mi hermana eres.
BEATRIZ: Eso no,
que tener no puedo yo
hermana libidinosa.
LEONOR: ¿Qué es libidinosa, hermana?
BEATRIZ: Una hermana que al farol