El mercader de Venecia (William Shakespeare) Libros Clásicos

Página 15 de 65

ten cuidado, honrado Gobbo», o, como he dicho anteriormente, «honrado Launcelot Gobbo;
no te escapes, desprecia la idea de poner pies en polvorosa». Pero el intrépido demonio me
ordena liar el petate: «¡Vía!»5, dice el demonio. «¡Largo!», dice el demonio. «En nombre del
cielo, toma una resolución enérgica y parte», dice el demonio. A su vez, mi conciencia,
colgándose del cuello de mi corazón, me dice estas prudentísimas palabras: «Mi honesto
amigo Launcelot, tú, que eres el hijo de un hombre honrado...» -valdría mejor decir el hijo de
una mujer honrada, porque, para decir verdad, mi padre tuvo cierto resabio, cierta inclinación,
cierto gusto especial-; mi conciencia me dicta, pues: «¡Launcelot, no te muevas!»
«¡Muévete!», dice el demonio. «¡No te muevas!», dice mi conciencia. «Conciencia, le digo, no
me aconsejas mal; demonio, le contesto, me aconsejas bien.» Si me dejo gobernar por mi
conciencia, me quedaré con el judío, mi amo, que es una especie de diablo; si me escapo de la
casa del judío, tomaré por amo al demonio, quien, salvando vuestros respetos, es Satanás
mismo. Ciertamente el judío es una encarnación del propio diablo; y, en conciencia, mi
conciencia es una especie de conciencia sin piedad, por aconsejarme que me quede con el
judío. Es el demonio quien me da el consejo más amistoso; me escaparé, demonio; mis piernas
están a tus órdenes; me escaparé.

(Entra el viejo GOBBO con un cesto.)
GOBBO.- Mi joven señor, os lo suplico, ¿cuál es el camino de la casa del señor judío?
LAUNCELOT (Aparte.) ¡Oh, cielos! Es el verdadero autor de mis días, que, estando más que
medio ciego, tres cuartos ciego, no me conoce. Voy a hacer un experimento con él.
GOBBO.- Mi joven señor, os lo suplico: ¿cuál es el camino para ir a la casa del señor judío?
LAUNCELOT.- Torced a vuestra mano derecha en la primera esquina; pero en la última esquina
de todas tomad a la izquierda, y en seguida en la primera esquina no torzáis, ¡pardiez!, ni a la
derecha ni a la izquierda, sino descended indirectamente hacia la casa del judío.
GOBBO.- ¡Por los santos de Dios! He ahí un camino que será fácil encontrar. ¿Podéis decirme si
un cierto Launcelot, que vive con él, vive o no con él?

Página 15 de 65
 

Paginas:
Grupo de Paginas:       

Compartir:




Diccionario: