El mercader de Venecia (William Shakespeare) Libros Clásicos

Página 20 de 65

tienes un ducado para ti. Esta noche, en la cena, Launcelot, verás a Lorenzo, que es el
convidado de tu nuevo amo; dale esta carta en secreto, y ahora, adiós; no querría que mi
padre me viese hablar contigo.
LAUNCELOT.- ¡Adiós! Mis lágrimas hablan por mi lengua. ¡Encantadora pagana! ¡Deliciosa
judía! Si algún cristiano no hace alguna fechoría y te consigue, mucho me equivocaré. Pero
adiós, que estas necias lágrimas ahogan un poco mi valor varonil.
JESSICA.- Adiós, mi buen Launcelot. (Sale LAUNCELOT.) ¡Ay, qué aborrecible pecado cometo al
avergonzarme de ser hija de mi padre! Pero, aunque soy su hija por la sangre, no lo soy por el
carácter. ¡Oh, Lorenzo! Si mantienes tu promesa, haré cesar la lucha, convirtiéndome en
cristiana y tu amante esposa. (Sale.)
Escena IV
Venecia. -Una calle.
Entran GRACIANO, LORENZO, SALANIO y SALARINO.
LORENZO.- Eso es, nos escaparemos a la hora de cenar, nos disfrazaremos en mi casa y
estaremos todos de regreso al cabo de una hora.
GRACIANO.- No hemos hecho bien nuestros preparativos.
SALARINO.- Ni apalabrado todavía a los hacheros.
SALANIO.- Eso es de poca monta, como no esté muy bien dispuesto, y, a mi juicio, vale más no
ocuparse de ello.
LORENZO.- No son ahora más que las cuatro. Tenemos dos horas para prepararnos.

(Entra LAUNCELOT con una carta.)
Amigo Launcelot, ¿qué noticias hay?
LAUNCELOT.- Si os gustara romper esto, puede que llegarais a saberlo.
LORENZO.- Conozco la mano; por mi fe, que es una bella mano, y una bella mano más blanca
que el papel sobre el que ha escrito.
GRACIANO.- De seguro, noticias de amor.
LAUNCELOT.- Con vuestro permiso, señor...
LORENZO.- ¿Dónde vas ahora?
LAUNCELOT.- ¡Pardiez! Señor, a avisar a mi viejo amo el judío que venga a cenar esta noche
con mi nuevo dueño el cristiano.
LORENZO.- Espera un poco, toma esto; di a la encantadora Jessica que no la faltaré; díselo en
secreto, anda. (Sale LAUNCELOT.) Señores, ¿queréis hacer los preparativos para la mascarada
de esta noche? Me he provisto de un portador de antorcha.
SALANIO.- Sí, ¡pardiez! Voy a ocuparme de ello.
SALARINO.- Y yo también.
LORENZO.- Venid a recogernos a mí y a Graciano en el alojamiento de Graciano de aquí a una

Página 20 de 65
 

Paginas:
Grupo de Paginas:       

Compartir:




Diccionario: