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JESSICA.- Voy a echar el cerrojo a las puertas y a dorarme con algunos ducados más; luego soy
con vos inmediatamente. (Se retira de la ventana.)
GRACIANO.- Por mi capucha, es una gentil y no una judía.
LORENZO.- Maldito sea si no la amo con todo mi corazón porque es discreta, si la juzgo bien; es
hermosa, si mis ojos no me engañan; es sincera, como lo ha probado hace un momento, y por
eso, por hermosa, discreta y sincera, ocupará siempre de lleno mi alma constante.
(Entra JESSICA.)
¡Qué! ¿Estás aquí? En marcha, señores, en marcha. Nuestros compañeros de mascarada nos
esperan.
(LORENZO sale con JESSICA y SALARINO.)
(Entra ANTONIO.)
ANTONIO.- ¿Quién va?
GRACIANO.- ¡Signior Antonio!
ANTONIO.- ¡Vaya, vaya, Graciano! ¿Dónde están todos los demás? Son las nueve; todos
nuestros amigos nos esperan. No habrá mascarada esta noche; el viento es bueno, y Bassanio
se va a embarcar inmediatamente. He enviado más de veinte personas a buscaros.
GRACIANO.- Me alegro de esas noticias; no deseo nada con más placer que estar bajo las velas
y embarcado esta noche. (Salen.)
Escena VII
Belmont. -Una sala en el castillo de PORCIA.
Trompetería. Entra PORCIA con el PRÍNCIPE DE MARRUECOS y su séquito.
PORCIA.- Andad, corred las cortinas y descubrid los diversos cofrecitos a los ojos de este noble
príncipe. Ahora, haced vuestra elección.
PRÍNCIPE DE MARRUECOS.- El primero, que es de oro, lleva esta inscripción: Quien me escoja
ganará lo que muchos desean. El segundo, de plata, ofrece esta promesa: Quien me escoja
obtendrá tanto como merece. El tercero, de plomo vil, con esta inscripción tan vulgar como su
metal: Quien me escoja debe dar y aventurar todo lo que tiene. ¿Cómo sabré si elijo bien?
PORCIA.- Uno de estos cofrecitos contiene mi retrato, príncipe; si escogéis este, os
perteneceré de lleno.
PRÍNCIPE DE MARRUECOS.- ¡Que Dios guíe mi juicio! Veamos; voy a releer las inscripciones.
¿Qué dice este cofrecito de plomo? Quien me escoja debe dar y aventurar todo lo que tiene.
¡Debe dar! ¿A cambio de qué? ¡A cambio de plomo! Aventurar todo por plomo.
Este cofrecito amenaza; los hombres que lo aventuran todo lo hacen con la esperanza de
hermosos beneficios. Un espíritu de oro no se rinde ante las cosas de desecho.