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-Déle usted lo que encuentre por ahí y déjeme en paz, mujer -contestó la pobre señora, fatigada de tanta pregunta.
Pero Mary no tardó en volver a entrar diciendo que le era imposible echar a la calle a un hombre que se había metido ya dentro y que andaba buscando a la señora Bhaer con un descaro que le asustaba mucho.
-¿Pero quién es ese hombre tan impertinente que insiste en verme cuando yo no quiero recibir a nadie? ¿Oyó usted a nadie?
-No sé, señora; pero estoy segura de que ni usted misma lo conoce, por más que él dice que no le pesará a usted el verlo.
-¿Que no me pesará a mí el verlo? Pues, señor, está visto; hoy es un día de sorpresas y misterios. -No, señora, no; no le pesará a usted el verme -dijo una voz desde la misma puerta del estudio de la señora Bhaer.
Se quedó ésta sorprendida y mirando hacia la puerta, y cuando reconoció al que acababa de hablar soltó la pluma de la mano y se abalanzó a él, exclamando:
-Querido Dijo mío; ¿pero de dónde sales ahora? -le preguntó después de abrazarlo y besarlo.
-Vengo de California expresamente para ver a usted, madre Bhaer. Dígame ahora si siente haberme recibido - dijo Dan besándola.
-¡Dios misericordioso! ¡Dar yo orden de que no te dejaran entrar cuando hace más de un año que ansío verte! -dijo riendo, mientras bajaba con el muchacho a la sala para echar un buen párrafo.
CAPITULO IV
DAN
Más de una vez pensó da Jo que Daniel debía de tener algo de sangre india en sus venas, no sólo porque al chico le gustase mucho la vida de aventuras salvajes, sino por su apariencia; pues cuanto más crecía el muchacho más se distinguían en él las señales de la mezcla de sangre. A los veinticinco años que había cumplido, era un hombrazo muy alto y fuerte como un roble; muy moreno, de ojos negros como el carbón y muy vivos, de ademanes bruscos y, violentos, lleno de energía y de palabra fácil y rápida.
-¿Que he olvidado a todos los amigos? ¿Cómo es posible que yo olvide el único hogar que he tenido en mi vida? -decía el joven mientras ponía una de aquellas manazas negras sobre la blanca y delicada de la señora Bhaer.