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La fundación de la ciudad de Dansville fue perdiendo interés con esta declaración de Dan; pero el prudente señor Bhaer arguyó que un solo agente en medio de tanta gente no podría hacer gran cosa
por mucha que fuera su buena voluntad, y que lo mejor era pensar más detenidamente en el asunto, y pedir con anticipación alguna protección de las autoridades.
-No está mal pensado -contestó Dan-; iré a Kansas para ver a un amigo que también estuvo con los indios, y comenzaremos a tantear el terreno, pero el caso es que aquello es tan grande, y hay tanto que hacer y tantos puntos donde acudir, que la verdad es que no sé por dónde empezar.
-Mira, yo te guardaré lo que tienes, porque tú eres tan impetuoso y estás tan deseoso de ayudar a todo el mundo, que te quedarás sin un centavo a los cuatro días -repuso el señor Laurie, que ahora era un hombre muy prudente, y no se parecía en nada al joven Laurie de vida agitada.
-Muchísimas gracias, le entregaré a usted mi pequeña fortuna, y con esto me quita un peso de encima; si me sucede algo por ahí y no vuelvo, la emplea usted en lo que emplea parte de la suya; en hacer el bien y ayudar al que lo necesita -contestó Dan, entregándole el gran cinto que llevaba arrollado a la cintura, con lo que quedó tan contento y tranquilo.
En esto estaban cuando se oyó la voz de Emil, que entraba en la casa entonando una canción, que era su forma habitual de anunciarse; y era de ver la alegría que se dibujó en la cara de los antiguos amigos al estrecharse las manos después de tan larga ausencia. La gente joven salió fuera de la casa a sentarse en los asientos de la plaza, para seguir conversando; el señor March y el profesor se retiraron al estudio; Meg y Amy se fueron a preparar las frutas y los pasteles para el pequeño banquete, y la tía Jo y Laurie se sentaron al pie de la ventana grande, escuchando con gusto la charla que sostenían los de afuera.
-Esa es la flor de nuestro rebaño -dijo tía Jo señalando el alegre grupo que tenía delante-. Los astros se hallaban esparcidos por toda la tierra; pero estos seis muchachos y las cuatro chicas son mi esperanza, mi orgullo y mi alegría.