Historia de la Conquista del Perú y de Pizarro (Henri Lebrún) Libros Clásicos

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posibilidad no se estaba aún seguro, el menor rayo de esperanza era
acogido con ardor, y nunca faltaba quien por solos vagos informes se
lanzase temerariamente a las expediciones más peligrosas.
Balboa no había querido ceder a nadie el derecho de conquistar un
país que miraba como propiedad suya: había preparado él mismo una armada
para la cual no se habían perdonado afanes ni gastos, e iba a tomar el
mando de ella cuando sucumbió, víctima de la envidia de Pedrarias. Después
de su caída y su muerte otros aventureros quisieron realizar sus
proyectos, y se hicieron muchas expediciones a fin de apoderarse de los
países situados al este de Panamá. Mas estas empresas confiadas a jefes
cuyos talentos y perseverancia eran inferiores a las dificultades que
ofrecía el vencimiento, no tuvieron ningún resultado. Como aquellas
excursiones no se extendían más allá de los límites de la provincia
llamada por los españoles Tierra firme, país montañoso, cubierto de
bosques, poco poblado y malsano, los aventureros a su regreso, hacían una
pintura desconsoladora de [29] los males que habían sufrido y de las pocas
esperanzas que ofrecían los lugares que acababan de visitar. Esos relatos
y los resultados negativos de todas las tentativas calmaron un poco el
ardor de los españoles, y se empezó desde entonces a creer que Balboa se
había dejado engañar por algún indio ignorante, o que le había comprendido
mal.
No bastaba sin embargo la opinión general que reinaba a la sazón en
Panamá para demostrar a ciertos genios perseverantes que sus proyectos no
eran más que quimeras; y lejos de dejarse abatir por el éxito poco
lisonjero de las primeras empresas, no faltaban intrépidos aventureros que
desplegaran toda la energía de que se sentían animados, para preparar el
resultado de las que debían seguirlas.
Entre esos hombres de resolución había tres que, o porque tuviesen
más confianza en sí mismos, o porque poseyesen más conocimientos que sus
compañeros, resolvieron tentar seriamente y por su propia cuenta una
expedición de descubrimientos y de conquistas, en el momento mismo en que
todo el mundo miraba como quiméricas las noticias dadas por Balboa. En ese
triunvirato fue donde nació la primera idea de la conquista del Perú. Hay
algo que en la actualidad nos parece increíble y contrario a lo que dicta

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