Crónicas del castillo de Brass (Michael Moorcock) Libros Clásicos

Página 11 de 244

La miró, extendió un dedo para tocarla. Meneó la cabeza.

-Debo descubrir por mí mismo qué es este «fantasma». ¿Por qué querrá alguien desacreditarrne de esta forma? ¿Quién puede ser mi enemigo?

-¿El propio Czernik? Tal vez le desagrade tu presencia en el castillo de Brass.

-Czernik es viejo, casi senil. Es incapaz de inventar una historia tan complicada. ¿Y no se ha preguntado por qué le conde Brass se queda en los pantanos, quejándose de mí? Ése no es el estilo del conde Brass. Ya habría venido al castillo, a darme cuenta de su contencioso.

-Hablas como si creyeras a Czernik.

Hawkmoon suspiró.

-Debo saber más. He de encontrar a Czernik e interrogarle...

-Enviaré a uno de los sirvientes a la ciudad.

-No, yo iré a la ciudad en persona y le buscaré.

-¿Estás seguro...?

-Es mi deber. -La besó-. Esta noche pondré fin al asunto. Es injusto ser atormentados por fantasmas que ni siquiera hemos visto.

Se ciñó a los hombros una gruesa capa de seda azul oscuro, besó una vez más a Yisselda, salió al patio y ordenó que prepararan su caballo con cuernos. Pocos minutos después salió del castillo y se internó en la ruta sinuosa que conducía a la ciudad. Brillaban pocas luces en Aigues-Mortes, aunque había una feria en la ciudad. Era evidente que el incidente ocurrido en la plaza de toros había afectado a los ciudadanos tanto como a Hawkmoon y sus invitados. El viento empezó a soplar cuando Hawkmoon llegó a las calles; el seco mistral de la Kamarg, que los lugareños llamaban el Viento de la Vida, pues se creía que había salvado a su país durante el Milenio Trágico.

Sólo podía encontrar a Czernik en una de las tabernas que había en la parte norte de la ciudad. Hawkmoon cabalgó hacia el barrio, dejando que el caballo fuera al paso, pues no le apetecía repetir la escena de la tarde. No quería volver a escuchar las mentiras de Czernik; eran mentiras que deshonraban a todo el mundo, incluido al conde Brass, a quien Czernik afirmaba amar.

La inmensa mayoría de las tabernas distribuidas en la zona norte de la ciudad eran de madera, y sólo se había empleado la piedra blanca de la Kamarg en los cimientos. La madera estaba pintada de muchos colores y en las más ambiciosas de las tabernas se habían pintado escenas enteras en las fachadas. Varias escenas conmemoraban hazañas del propio Hawkmoon y otras recordaban gestas del conde Brass antes de salvar a la Kamarg, porque el conde Brass había combatido en todas las batallas famosas de su tiempo (en muchos casos, provocadas por él).

Página 11 de 244
 

Paginas:
Grupo de Paginas:             

Compartir:



Diccionario: