Crónicas del castillo de Brass (Michael Moorcock) Libros Clásicos

Página 20 de 244

-Soy el conde Brass, os lo aseguro, duque de Colonia. En cuanto al resto, es posible que ambos seamos víctimas de un complot. No sólo he sido soldado, sino también político. Conozco bien a aquellos que se complacen en enemistar a los amigos para conseguir sus siniestros fines. Existe una ínfima posibilidad de que estéis diciendo la verdad...

-En ese caso, pues dijo Dorian Hawkmoon, aliviado-, volved conmigo al castillo de Brass y hablaremos de lo que ambos sabemos.

El hombre meneó la cabeza.

-No. No puedo. He visto las luces de la ciudad y de vuestro castillo, que se alza sobre ella. Os acompanaría, pero existe algo que me lo impiede: una barrera. Me resulta difícil explicar cuáles son sus propiedades. Por ese motivo me he visto obligado a esperaros en este dichoso pantano. Abrigaba la esperanza de dar por concluido este asunto con celeridad, pero ahora... -El hombre frunció el ceño-. Pese a ser una persona práctica, duque de Colonia, siempre me he enorgullecido de ser justo. No os mataría para cumplir los designios de otra persona, a menos que supiera cuáles eran esos designios, claro está. Debo reflexionar sobre lo que habéis dicho. Después, si decido que mentís para salvar la piel, os mataré.

-O bien -replicó Hawkmoon con expresión sombría-, si resulta que no sois el conde Brass, existen buenas posibilidades de que yo os mate.

El hombre esbozó una sonrisa familiar: la sonrisa del conde Brass.

-Sí..., si no soy el conde Brass.

-Mañana a mediodía volveré al pantano -dijo Hawkmoon-. Amanecerá dentro de escasas horas.

El hombre se llevó de nuevo la mano a la frente.

-Para mí, no. Para mí, no.

Sus palabras confundieron todavía más a Hawkmoon.

-Según he oído, hace días que merodeáis por aquí.

-Una noche... Una larga, perpetua noche.

-¿Y no os convence este hecho de que sois víctima de un engaño?

-Podría ser. -El hombre exhaló un profundo suspiro-. Bien, venid cuando queráis. ¿Veis aquellas ruinas, sobre el promontorio?

Extendió un dedo de latón.

A la luz de la luna, Hawkmoon apenas pudo distinguir la forma de un antiguo edificio en ruinas, que según Bowgentle se trataba de una antiquísima iglesia gótica. Había sido uno de los lugares favoritos del conde Brass. Solía cabalgar hacia ella cuando necesitaba estar solo.

-Conozco las ruinas -dijo Hawkmoon.

-Nos encontraremos allí. Esperaré hasta que mi paciencia se agote.

-Muy bien.

-Y venid armado, pues es probable que terminemos combatiendo.

-¿No estáis convencido de lo que os he dicho?

-No habéis dicho gran cosa, amigo Hawkmoon. Vagas suposiciones. Referencias a personas que no conozco.

Página 20 de 244
 

Paginas:
Grupo de Paginas:             

Compartir:



Diccionario: