Cómo crece tu jardín (Agatha Christie) Libros Clásicos

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Bueno, al médico no le gustó mucho el aspecto que presentaban las cosas. Tartamudeó un poco y doró la píldora lo que pudo, pero dio a entender claramente que no podía extender un certificado de defunción. Y en cuanto a la familia respecta, esto es todo lo que hay. Están esperando el resultado de la autopsia. Nosotros hemos llegado un poco más lejos. El médico nos informó confidencialmente en seguida (él y el cirujano de la policía hicieron juntos la autopsia) y el resultado no deja lugar a dudas. La señora murió a consecuencia de una fuerte dosis de estricnina.
-¡Ah!
-Eso es. Un asunto muy feo. El caso es saber quién le dio la estricnina. Deben habérsela dado muy poco antes de su muerte. Al principio creíamos que se la habían dado con la cena, pero, francamente, parece que hay que desechar esa idea. Comieron sopa de alcachofas, servida de una sopera, pastelón de pescado y tarta de manzana. Una cena como puede verse frugal.
-¿Quiénes eran los comensales?
-La señorita Barrowby y el señor y la señora Delafontaine. La señorita Barrowby tenía una especie de enfermera y señorita de compañía, una chica medio rusa, pero no comía con la familia. Después de retirar la comida de la mesa la chica comió de lo mismo. Tiene una muchacha, pero era su noche libre. Dejó en el homo la sopa y el pastelón de pescado y la tarta de manzana era fría. Los tres comieron lo mismo y, aparte de eso, no creo que sea posible hacer tragar estricnina a nadie de ese modo. La estricnina es amarga como la hiel. Me dijo el médico que puede notarse su sabor en una solución de uno por mil, o algo por el estilo.
-¿Y con café?
-Con café es más fácil, pero ella no tomaba nunca café.
-Ya comprendo. Sí, parece un punto muy difícil de aclarar. ¿Qué bebió con la comida?
-Agua.
-Vamos de mal en peor.
-Sí, es un verdadero lío.
-¿Tenía dinero la señora?
-Creo que estaba muy bien. Claro que todavía no conocemos los detalles concretos. Tengo entendido que los Delafontaine están bastante mal de dinero. La señora ayudaba a sostener la casa.
Poirot sonrió.
-¿De modo que sospecha usted de los Delafontaine? -dijo-. ¿De cuál de ellos?
-No quiero decir precisamente que sospeche de ninguno de los dos en particular. Pero ahí tiene usted, son sus únicos parientes cercanos y su muerte les proporciona una bonita cantidad de dinero, estoy seguro.

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