En la noche de los tiempos (Howard Phillips Lovecraft) Libros Clásicos

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A continuación inspeccioné el lugar, haciendo un cuidadoso reconocimiento con mis instrumentos. De los diez o doce bloques que me parecieron más característicos, saqué varias fotografías. Las incluyo en la carta para que usted se forme una idea.
Di cuenta de mi descubrimiento al Gobierno de Perth, pero no me han contestado. Poco después conocí al Dr. Boyle, quien había leído sus artículos en la Revista de la Sociedad Americana de Psicología y, en el curso de una conversación, mencioné las citadas piedras. En seguida se interesó por aquello, y cuando le enseñé las fotos, me dijo muy excitado que las piedras y las señales eran exactamente iguales a las que usted describía.
Fue él quien pensaba haberle escrito a usted, pero lo ha ido dejando. Mientras tanto, me envió las revistas en donde aparecieron sus artículos. Por sus dibujos y descripciones, me he dado cuenta de que mis piedras son, sin ninguna duda, de la misma naturaleza que las citadas por usted, como podrá apreciar en las fotos que le envío. Más adelante se lo ratificará el Dr. Boyle en persona.
Comprendo lo importante que todo esto es para usted. No cabe duda de que nos hallamos ante las ruinas de una civilización desconocida y anterior a cualquier otra, que ha servido de base a las leyendas que usted cita.
Como ingeniero de minas tengo conocimientos de geología y puedo asegurarle que estos bloques son tan incalculablemente antiguos que me llenan de pavor. En su mayor parte son de arenisca y granito, pero uno de ellos está formado, casi con toda seguridad, por una especie de cemento u hormigón.
Todos ellos muestran las huellas profundas de la acción del agua, como si esta parte del mundo hubiera permanecido sumergida durante muchos siglos, para emerger nuevamente después. Esto supone cientos de miles de años, o quizá más. No quiero pensarlo.
En vista del interés con que usted ha investigado las leyendas y todo lo que con ellas se relaciona, no dudo que le interesará realizar una expedición al desierto para efectuar excavaciones. El Dr. Boyle y yo estamos dispuestos a colaborar en este trabajo si usted o alguna organización pueden aportar los fondos necesarios para esta empresa.
Podemos conseguir una docena de mineros para llevar a cabo los trabajos de excavación. No hay que contar con los indígenas, ya que sienten un temor casi obsesivo hacia ese lugar. Boyle y yo no hemos revelado nada a nadie porque consideramos que es a usted, naturalmente, a quien corresponde la prioridad de cualquier descubrimiento u honor.

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