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sin Tierra.
Pero ahora, su triste realidad es que estaba en manos de un hombre sin escrúpulos. Pero no
sólo él, sino también su querida hija y todos sus bienes.
Richard At Lea lloró amargamente en su celda. Un triste Ilanto derramado por quien se sentía el
ser más infeliz y solo de la Tierra. Nunca unas lágrimas habían sido muestra de un dolor tan
hondo, de una desesperación tan profunda.
CAPÍTULO CINCO
LA PRIMERA ACCIÓN DE ROBIN
Tras la muerte de su padre, el joven Robin se vio sumido en la tristeza y en la desolación. Aun
sin sospechar la verdad, el heredero de Sherwood se sentía solo y desgraciado, sin el padre con
el que tanto compartía y del que tanto había aprendido.
Intentando hacer algo por cambiar su triste estado de ánimo, decidió buscar la compañía de las
dos personas en las que más confiaba y a las que más cariño tenía: Richard At Lea y su hija
Mariana.
Se dirigió al castillo de los At Lea y, allí, uno de los sirvientes le informó de que el conde había
partido a Tierra Santa y que Mariana se encontraba en el castillo de Hugo de Reinault, su tutor por
decisión paterna.
Robin, extrañadísimo, comentó:
-¡En el castillo de Hugo de Reinault! ¡Qué raro! Ese caballero tiene fama de ser un cruel
prestamista que ha ido despojando de sus tierras a medio condado. Además es el hermano de
Robert, corregidor de Nottingham.
-¡Pero, señor, son sajones! -le dijo el sirviente de los At Lea.
-Aun siéndolo, no me fío de ellos -contestó Robin.
Robin abandonó el castillo del que fuera gran amigo de su padre y decidió visitar a Hugo de
Reinault para entrevistarse con Mariana.
-¿Qué os trae por aquí, señor Fitzwalter?
-Creo que vos sabéis dónde se encuentra el señor At Lea.
-Efectivamente. Mi amigo Richard At Lea -habló Hugo poniendo mucho énfasis en las palabras
"mi amigo"- me pidió prestado dinero para ir a Tierra Santa. Y hacia allí se dirige gracias a mi