Mucho ruido y pocas nueces (William Shakespeare) Libros Clásicos

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Que vos os convirtáis lo ignoro; pero se me antoja que comenzáis a mirar con vuestros ojos igual que las demás mujeres.
BEATRIZ.-¿Qué paso es ese que lleva tu lengua?
MARGARITA.-No es un falso galope. Vuelve a entrar ÚRSULA.
ÚRSULA.-Daos prisa, señora. El príncipe, el conde, el signior Benedicto, don Juan y todos los galanes de la ciudad vienen por vos para llevaros a la iglesia.
HERO.-Ayudadme a vestir, querida prima, querida Marga, querida Úrsula. (Salen.)

Escena V
Otro aposento en la casa de Leonato.
Entra LEONATO con DOGBERRY y VERGES.

LEONATO.-¿Qué queréis de mí, honrado vecino?
DOGBERRY.-A fe, señor, quisiera haceros cierta confidencia que os atañe
cercanamente.

LEONATO.-Sed breve, os ruego, pues ya veis que estoy muy ocupado.
DOGBERRY.-A fe que es así, señor.
VERGES.-Sí que lo estáis, señor.
LEONATO.-Veamos, ¿de qué se trata, mis queridos amigos?
DOGBERRY.-El buen Verges, señor, se aparta un poco del asunto: está viejo,

señor, y su caletre no es tan «romo» como, Dios mediante, quisiera yo que fuese.

Pero a fe que es honrado como el cuero que tiene entre las cejas.
VERGES.-En efecto, gracias a Dios, soy tan honrado como el que más que sea
tan viejo como yo y no más honrado.

DOGBERRY.-Las comparaciones son «olorosas»; palabras, vecino Verges.
LEONATO.-Vecinos, sois fastidiosos.
DOGBERRY.-Favor que nos hace vuestra señoría; pero somos humildes

funcionarios del duque. A decir verdad, por mi parte, aun cuando fuera tan «fatidioso» como un rey, mi corazón emplearía todo su fastidio en servicio de vuestra señoría.
LEONATO.-¡Todo tu fastidio en mi favor! ¡Ja!
DOGBERRY.-Sí, aunque fuera mil veces más pesado de lo que es, pues he

oído tan buen «reproche» de vuestra señoría, como de cualquiera de la ciudad; y
aunque no soy más que un pobre hombre, me alegro de haberlo oído.
VERGES.-Y yo también.
LEONATO.-Quisiera saber, a lo menos, lo que tenéis que decirme.

VERGES.-Es el caso, señor, que esta noche nuestra ronda, con la excepción presente de vuestra señoría, ha echado el guante a un par de bellacos tan pícaros como los que más en Mesina.
DOGBERRY.-Es un pobre viejo, señor, que habla allá te vas. Como dice el refrán, cuanto más viejo más pellejo. ¡Válgame Dios! ¡Hay que ver el mundo! ¡Bien dicho, a fe, compadre Verges! Bravo; Dios es un buen hombre.

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