El Rey Lear (William Shakespeare) Libros Clásicos

Página 34 de 75

confío en que tú no sabías nada. ––
¿Quién llega? ¡Ah, dioses! Si amáis a los ancianos,
si vuestro benigno poder reconoce
la obediencia, si también sois ancianos,
¡haced vuestra mi causa! ¡Asistidme y defendedme!
[A GONERILI ¿No te avergüenza mirar estas canas?
¡Ah, Regan! ¡La coges de la mano!
GONERIL
¿Por qué no iba a hacerlo? ¿Qué he hecho yo de malo?
Malo no es todo lo que cree la necedad
y juzga la chochez.
LEAR
¡Ah, pecho, cómo resistes! ¿Aún puedes
soportarlo? –– ¿Quién puso a mi hombre en el cepo?
CORNWALL
Fui yo, señor. Pero sus excesos
no merecían ese honor.
LEAR
¿Tú? ¿Fuiste tú?
REGAN
Os lo ruego, padre: reconoced que sois débil.
Si, hasta el fin de vuestro mes,
queréis volver y residir con mi hermana,
despidiendo a la mitad de vuestro séquito,
venid después conmigo. Estando ausente de casa,
no dispongo de los medios necesarios
para recibiros.
LEAR
¿Volver con ella y despedir cincuenta hombres?
No, antes renuncio a todo techo;
me asociaré con lobos y con búhos
y bajo la furia de los cielos me expondré
al mordisco de la privación. ¿Volver con ella?
Ahí está el fogoso Rey de Francia, que a mi hija
menor tomó sin dote: también podría arrodillarme
ante su trono y pedirle un subsidio de escudero
para seguir en esta vida miserable.
¿Volver con ella? Antes pídeme que sea
esclavo y siervo de este odioso mayordomo.
GONERIL
Como os plazca, señor.
LEAR
Te lo ruego, hija mía, no me vuelvas loco.
No pienso molestarte, hija. Adiós.
Ya nunca nos veremos, ni nos encontraremos.
Pero eres mi carne, mi sangre, mi hija,
o más bien infección de mi carne
que forzosamente es mía. Eres un tumor,
una llaga que supura, una úlcera inflamada
en mi sangre corrompida. Mas no pienso reprenderte.
Venga el oprobio cuando quiera: yo no lo invoco.

Página 34 de 75
 

Paginas:
Grupo de Paginas:       

Compartir:




Diccionario: