Trampas con los dados

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Los dados trucados no son algo nuevo en el mundo del juego: se han encontrado en excavaciones en yacimientos prehistóricos de todo el mundo, incluida Norteamérica. Podría decirse que, de alguna manera, los dados trucados son una conexión perversa entre el hombre antiguo y el de nuestros días, un símbolo de la inmutabilidad de la naturaleza humana.

En la actualidad, los casinos son extremadamente cuidadosos con los dados que utilizan. Exigen que posean un alto grado de perfección, y los guardan bajo llave. Cuando en una partida de Craps un dado salta de la mesa, como en algunas ocasiones sucede, el jefe de mesa lo retira inmediatamente para evitar la posibilidad de que alguien lo sustituya por otro. En una partida de Private Craps o en «antros» de juego no reconocidos legalmente, la oportunidad de introducir un dado trucado es muy amplia. Sea precavido.

Todo dado que no sea un cubo casi perfecto tendrá tendencia a mostrarse de una forma particular. El método más común de trucar un dado consiste en rebajar ligeramente un canto, de manera que el dado tienda a mostrarse en las caras de mayor superficie; los números que les correspondan saldrán con mayor frecuencia de la que dictan las leyes de probabilidad.

La otra fórmula más común para hacer trampa se basa en incrementar el peso de uno de los lados del dado, sin alterar su forma; con ello se consigue hacer salir con más frecuencia el número que corresponda a la cara opuesta. El hecho de que algunos dados sean transparentes no previene de este tipo de trucaje, puesto que se puede hacer debajo de los puntos, quitándoles primero la pintura y volviéndolos a pintar después.

También es posible hacer trampas sin trucar los dados. Un tramposo con mucha práctica puede tirar los dados de una cierta manera que aumenta las probabilidades de salir de un número; en los Craps de casino, el tirador debe lanzar los dados de modo que reboten en una pared, lo cual excluye casi totalmente esa posibilidad. Pero si se lanzan los dados sobre una superficie blanda, un jugador tramposo puede recurrir a muy variados trucos.

Lo realmente difícil es descubrir que alguien hace trampas. Medir los dados en el transcurso de una partida no tiene sentido y, de cualquier forma, las alteraciones del dado serían tan mínimas que resultaría casi imposible detectarlas. Lo más recomendable es evitar jugar en partidas «amistosas» en las que no se conoce la procedencia de los dados o de los otros jugadores. En los casinos, la casa protege al jugador, pero aun así mantenga usted los ojos bien abiertos.

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