Memorias del subsuelo (Fedor Dostoiewski) Libros Clásicos

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»¡Créeme, Lisa! Sería una felicidad para ti, sí, una felicidad, morir en un rincón, en un sótano, como aquella tísica de la que te he hablado hace poco. Has mencionado el hospital. ¡Tendrías suerte si te llevaran a un hospital! Pero piensa que tu patrona te necesitará todavía. La tisis no es un simple acceso de fiebre. El enfermo conserva la esperanza hasta el último minuto y siempre dice que se siente bien. Se engaña a sí mismo, y la patrona se aprovecha de ello. Sí, así es. Le vendiste tu alma y, además, le debes dinero. Ya no puedes, por lo tanto, replicarle. Y cuando estás agonizando, todos se apartarán de ti y te abandonarán, porque ¿para qué puedes servirles en esos momentos? Y todavía te echarán en cara el sitio que ocupas y la poca prisa con que te mueres. Ni siquiera podrás obtener un poco de agua, y, si te la dan, lo harán injuriándote: «¿Cuándo acabarás de reventar, asquerosa bestia? Con tus gemidos nos impides dormir y molestas a los clientes». Sí, así sucede. Yo mismo he oído lanzar reproches semejantes. Cuando estés medio muerta, te echarán en el rincón más sombrío y hediondo de un sótano, donde sólo habrá humedad y tinieblas. ¿En qué pensarás cuando estés allí, tendida, sola? Y, ya muerta al fin, manos extrañas te amortajarán a toda prisa, con impaciencia, lanzando juramentos. Nadie pensará en ti suspirando, nadie acudirá a tu lado para bendecir tu cuerpo. Sólo pensarán en librarse de ti lo antes posible. Comprarán un burdo ataúd y se te llevarán como se llevaron a aquella desgraciada. Y luego irán a echar un trago en memoria tuya. La fosa estará llena de barro, de nieve derretida. Pero para ti no hay contemplaciones. "¡Ven, Vania: la bajaremos por aquí! ¡Es su sitio! Pero también por aquí baja patas arriba... ¡Sujeta bien las cuerdas, animal! ¡Ahora va bien! Pero ¿no ves que la has puesto de costado? Al fin y al cabo, era un ser humano. Bueno, no importa: cúbrela ya de tierra." Ni siquiera querrán disputar sobre ti. Te cubrirán lo antes posible de una capa de tierra fangosa y se irán a la taberna. Así terminarás. Después, nadie se acordará de ti. Junto a las demás tumbas hay hijos, padres, esposos, pero junto a la tuya, ni una lágrima, ni un suspiro. Y nadie, absolutamente nadie, se acercará jamás a tus restos.

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