Misas herejes (Evaristo Carriego) Libros Clásicos

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propicios a las razas de Cristos y Quijotes -no son muchos los dignos de sufrir el desprecio
del aplauso tonante del abdomen del necio-
en estos bravos tiempos en que los hospitales de la higiénica moda dan sueros
doctorales...
Sapientes catedráticos, hasta los sacamuelas consagran infalibles cenáculos y escuelas,
de graves profesores, en cuyos diccionarios
no han de leer sus sueños los pobres visionarios...
¡De los dos grandes locos se ha cansado la gente:
así, santo Maestro, yo he visto al reluciente
rucio de tu escudero pasar enalbardado,
llevando los despojos que hubiste conquistado,
en tanto que en pelota, y nada rozagante,
anda aún sin jinete tu triste Rocinante!
(Maestro ¡si supieras! desde que nos dejaste,
llevándote a la Gloria la adarga que embrazaste,
andan las nuestras cosas a las mil maravillas:
todas tan acertadas que no oso a describillas,
-Hoy, prima el buen sentido. La honra de tu lanza
no pesa en las alforjas del grande Sancho Panza.
Tus más fieles devotos se han metido a
venteros
y cuidan de que nadie les horade sus cueros.
Pero, aguarda, que, cuando se resuelva a decillo,
ya verás que lindezas te contará Andresillo -
aunque hay alguna mala nueva, desde hace poco:
Aquel que también tuvo sus ribetes de loco,
tu primo de estas tierras indianas y bravías,
-¡lástima de lo añejo de tus caballerías!
tu primo Juan Moreira, finalmente vencido
del vestigio Telégrafo, para siempre ha

caído,
mas sin tornarse cuerdo: tu increíble Pecado...
-¡Si supieras, Maestro, como lo hemos pagado!-

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