Página 14 de 60
o esperas al amado, sonriente, como algunas
heroínas que aguardan al amor de las lunas
hojeando florilegios alegres de la Galia,
con manos de Giocondas poéticas de Italia.
¡Oh, las divinas magas que comulgan
misterios
en los ratos fugaces de indecibles imperios... cuyos tiernos mandatos y ansiadas tiranías de las claudicaciones saben las agonías!
* * *
Quiero brindarte versos porque te finjo buena, con no sé que bondades, y porque eres
morena
como la inspiradora de mis lejanos votos...
-perspectivas azules de paisajes remotos-
Generosa que amparas de los fríos crüeles,
como un fruto viviente de tus sanos vergeles,
las rosas inviolables que tus labios oprimen.
(¡Oh las instigadoras del Ensueño y del
Crimen!)
Paloma fugitiva de la Ciudad vedada,
donde el Dolor muriera bajo la enamorada
caricia del Consuelo: Ciudad donde las risas
suenan como campanas de las futuras Misas!
* * *
Ya sobre los hastíos de tus meditaciones,
como en fugas radiantes escucharás
canciones
de músicas heráldicas, de las músicas locas
que enardecen las ansias y enrojecen las
bocas
en besos fecundantes, cual rocíos de mieles
que hasta en el yermo hicieron florecer los
laureles.
Yo, a tu rostro moreno consagraré violetas,
las nerviosas amadas tristes de los poetas,
y allá en las tibias tardes, serenas de
optimismos,
cuando al disipar todos tus más graves
mutismos
mis estrofas de hierro torturen tu garganta,
has de pensar, acaso, si es un hierro que