Juan Salvador Gaviota (Richard Back) Libros Clásicos

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Tenemos que rechazar todo lo que nos limite. Esta es la causa de todas estas
prácticas a alta y baja velocidad, de estas acrobacias...
... y sus alumnos se dormirían, rendidos después de un día de volar. Les
gustaba practicar porque era rápido y excitante y les satisfacía esa hambre
por aprender que crecía con cada lección. Pero ni uno de ellos, ni siquiera
Pedro Pablo Gaviota, había llegado a creer que el vuelo de las ideas podía ser
tan real como el vuelo del viento y las plumas.
-Tu cuerpo entero, de extremo a extremo del ala -diría Juan en otras
ocasiones-, no es más que tu propio pensamiento, en una forma que puedes
ver. Rompe las cadenas de tu pensamiento, y romperás también las cadenas
de tu cuerpo. -Pero dijéralo como lo dijera, siempre sonaba como una
agradable ficción, y ellos necesitaban más que nada dormir.
Había pasado un mes tan sólo cuando Juan dijo que había llegado la hora de
volver a la Bandada.
-¡No estamos preparados! -dijo Enrique Calvino Gaviota-. ¡Ni seremos
bienvenidos! ¡Somos Exilados! No podemos meternos donde no seremos
bienvenidos, ¿verdad?
-Somos libres de ir donde queramos y de ser lo que somos -contestó Juan, y
se elevó de la arena y giró hacia el Este, hacia el país de la Bandada.
Hubo una breve angustia entre sus alumnos, puesto que es Ley de la Bandada
que un Exilado nunca retorne, y no se había violado la Ley ni una sola vez en
diez mil años. La Ley decía quédate, Juan decía partid; y ya volaba a un

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