La novia del ahorcado (Charles Dickens) Libros Clásicos

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al hombre de cabellos blondos y ojos grandes (o la no entidad). Pudo tolerar eso
por dinero. Y quería una compensación en dinero.
Por ello regresó al lado de aquella mujer, la madre, volvió a enamorarla, bailó
a su alrededor y se sometió a sus caprichos. Ella descargó sobre él todo
capricho que tuviera, o pudiera inventar. Y él lo soportaba. Y cuanto más lo
soportaba, más quería una compensación en dinero, y más decidido estaba a
obtenerlo.
¡Pero ay! Antes de que la obtuviera, ella le engañó. En uno de sus estados
imperiosos, se quedó congelada y no volvió a descongelarse. Una noche se llevó
las manos a la cabeza, lanzó un grito, se quedó rígida, permaneció en esa
actitud varias horas y murió. Y él no había obtenido, todavía, una compensación
en dinero. ¡Qué el infierno se la llevase! Ni un solo penique.
La había odiado durante toda esa segunda relación y había ansiado vengarse de
ella. Falsificó entonces la firma de ella en un documento en el que dejaba todo
lo que tenía a su hija, de diez años entonces, a quien traspasaba absolutamente
todas sus propiedades, y se designaba a sí mismo como el tutor de la hija.
Cuando deslizó el documento bajo la almohada de la cama en la que yacía ella, se
inclinó sobre un oído sordo de la muerta y susurró:
-Orgullosa amante, hace tiempo que había decidido que, viva o muerta, me
compensarías con dinero.
Y así sólo quedaban ya dos. Él y la hermosa y estúpida hija de cabellos blondos
y ojos grandes, que después se convertiría en la novia.
Él la sometió a disciplina. En una casa retirada, oscura y oprimente, la sometió
a disciplina con una mujer vigilante y poco escrupulosa.
-Mi digna dama -le dijo-: tiene ante usted una mente que ha de ser formada, eme
ayudará a formarla?
Aceptó el encargo. Pues también quería compensación en dinero, y la había
obtenido.
La joven fue formada para que tuviera miedo de él, y en la convicción de que no
podría escaparse. Desde el principio se le enseñó a considerarlo como a su
futuro esposo, al hombre que debía casarse con ella, el destino que la
ensombrecía, la certidumbre resignada de que nunca podría escapar. La pobre

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