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.. siempre mismo rostro, y sólo ése.
» -¿Un rostro terrible?
» -No. El rostro de un hombre oscuro de muy agradable aspecto, vestido de negro,
con el cabello negro y mostacho gris... un hombre guapo, salvo por un aire
reservado y secreto, jamás había visto el rostro, ni otro que se le pareciera.
En el sueño no hacía sino mirarla fijamente, desde la oscuridad.
» -¿Volvió a tener ese sueño?
» -Nunca. Lo único que le preocupa es recordarlo"
-¿Y por qué le preocupa?
» Carolina sacudió la cabeza.
» -Eso es lo que quiere saber el amo -contestó bella-. Ella no lo sabe. Ella
misma se pregunta la razón. Pero la oí decirle a él anoche mismo que si
encontrara un cuadro de ese rostro en nuestra casa ¡ti liana (y tiene miedo de
que así suceda) piensa que no sería capaz de soportarlo.
» Puedo jurar (siguió diciendo el correo genovés que después de esto tuve miedo
de llegar al viejo palazzo, no fuera a encontrarse allí aquel malaventurado
cuadro. Sabía que había muchos cuadros, y conforme nos fuimos acercando al lugar
deseé que toda la galería de pintura hubiera caído en el cráter del Vesubio.
Para empeorar las cosas, cuando por fin llegamos a aquella parte de la Riviera
hacía una noche lúgubre y tormentosa. Tronaba, y en mi ciudad y sus alrededores
los truenos son muy fuertes, pues se repiten entre las altas colinas. Los
lagartos salían y entraban por las hendiduras del muro roto de piedra del
jardín, como si estuvieran asustados; las ranas burbujeaban y croaban a gran
volumen; el viento del mar gemía y los árboles húmedos goteaban; y los
relámpagos... ¡por el cuerpo de San Lorenzo, qué relámpagos!
» Todos sabemos cómo es un palacio antiguo en Génova o sus cercanías... cómo lo
han manchado el tiempo y el aire del mar... cómo las pinturas de las paredes
exteriores se han ido cayendo dejando al descubierto grandes trozos de
escayola... que las ventanas inferiores están oscurecidas por barras de hierro
oxidado... que el patio exterior está cubierto de hierba... que los edificios
exteriores están en ruinas... que todo el conjunto parece dedicado al olvido.
Nuestro palazzo era uno de los auténticos. Llevaba cerrado varios meses.
¿Meses...? ¡Años! Olía a tierra, como a tumba.