Divina Comedia (Dante Alighieri) Libros Clásicos

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Seguimos el viaje caminando
a la izquierda, y a un tiro de ballesta,
otro encontramos más feroz y grande. 84

Para ceñirlo quién fuera el maestro,
decir no sé, pero tenía atados
delante el otro, atrás el brazo diestro, 87

una cadena que le rodeaba
del cuello a abajo, y por lo descubierto
le daba vueltas hasta cinco veces. 90

«Este soberbio quiso demostrar 91
contra el supremo Jove su potencia
-dijo mi guía- y esto ha merecido. 93

Se llama Efialte; y su intentona hizo
al dar miedo a los dioses los gigantes:
los brazos que movió, ya más no mueve.» 96

Y le dije: «Quisiera, si es posible,
que del desmesurado Briareo 98
puedan tener mis ojos experiencia.» 99

Y él me repuso: «A Anteo ya verás 100
cerca de aquí, que habla y está libre,
que nos pondrá en el fondo del infierno. 102

Aquel que quieres ver, está muy lejos,
y está amarrado y puesto de igual modo,
salvo que aún más feroz el rostro tiene.» 105

No hubo nunca tan fuerte terremoto,
que moviese una torre con tal fuerza,
como Efialte fue pronto en revolverse. 108

Más que nunca temí la muerte entonces,
y el miedo solamente bastaría
aunque no hubiese visto las cadenas. 111

Seguimos caminando hacia adelante
y llegamos a Anteo: cinco alas
salían de la fosa, sin cabeza. 114

«Oh tú que en el afortunado valle 115
que heredero a Escipión de gloria hizo,
al escapar Aníbal con los suyos, 117

mil leones cazaste por botín,
y que si hubieses ido a la alta lucha
de tus hermanos, hay quien ha pensado 120

que vencieran los hijos de la Tierra;
bájanos, sin por ello despreciarnos,
donde al Cocito encierra la friura. 123

A Ticio y a Tifeo no nos mandes; 124
éste te puede dar lo que deseas; 125
inclínate, y no tuerzas el semblante. 126

Aún puede darte fama allá en el mundo,

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