El crimen de Lord Arthur Saville (Oscar Wilde) Libros Clásicos

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-¿Así es que usted está tomando en serio la política? -contestó el conde Rouvaloff, al terminar lord Arthur de explicarle el objeto de su visita.
Pero lord Arthur, que detestaba las baladronadas de cualquier clase que fuesen, se sintió obligado a declarar que en él no existía el menor interés por las cuestiones sociales, y que simplemente deseaba un aparato explosivo para un asunto privado y familar, en el cual nadie estaba implicado más que él.
El conde Rouvaloff le miró por unos instantes con asombro y, entonces, viendo que la cosa iba en serio, escribió una dirección en un trozo de papel, puso sus iniciales, y se lo alargó por encima de la mesa.
-Scotland Yard daría cualquier cosa por conocer esta dirección, querido amigo.
-Pues no la obtendrán -dijo lord Arthur riendo-, y después de estrechar efusivamente la mano del joven ruso, bajó de prisa las escaleras leyendo lo escrito en el papel e indicando al cochero que se diriese a la Plaza Soho. Al llegar allí o despidió y se fue caminando por la calle Greek, hasta llegar a una plazoleta llamada Bayle Court. Al pasar bajo la arcada se encontró en una especie de cul-de-sac,1 que aparentaba estar ocupado por una lavandería francesa, pues de casa a casa, una verdadera red de cuerdas cargadas de ropa blanca se mecía, en el aire matinal. Fue caminando hasta el final del callejón, tocando en la puerta de una pequeña vivienda pintada de verde. Después de esperar un rato, durante el cual cada una de las ventanas se convertía en una masa informe de caras curiosas, la puerta le fue franqueada por un individuo de aire ordinario y extranjero, que en mal inglés le preguntó qué era lo que se le ofrecía. Lord Arthur le hizo entrega del papel que el conde Rouvaloff le había dado, y el hombre, al terminar de examinarlo, haciendo una reverencia, le introdujo a un cuarto del primer piso, destartalado y triste. Poco después Herr Winckelkopf, como se le llamaba en Inglaterra, entró apresurado, con una servilleta al cuello, llena de manchas de vino, y un tenedor en la mano izquierda.

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