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DUMBY.- ¡Una cosa peligrosísima! Siempre acaban
por casarse con uno.
GRAHAM.- ¡Pero yo creía, Tuppy, que habías decidido
no volver a verla! Sí, anoche mismo me lo dijiste
en el club. Me dijiste que te habían contado...
(Le habla al oído.)
AUGUSTO. - ¡Oh! Ella me lo explicó todo.
GRAHAM.- ¿Y la historia de Wiesbaden?
AUGUSTO. - También me la explicó.
DUMBY.- ¿Y sus medios de existencia, Tuppy ¿Te
explicó también eso?
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EL ABANICO DE LADY WINDERMERE
AUGUSTO.-(Con mucha seriedad.) Me lo explicará
mañana. (GRAHAM vuelve junto a la mesa de centro.)
GRAHAM.- ¡Ah! Mistress Erlynne tiene ante sí un
magnífico porvenir.
DUMBY.- ¿Un porvenir? ¡Y un pasado!
AUGUSTO.- Prefiero las mujeres que tienen un
pasado. Son las únicas con que se puede hablar.
GRAHAM.- (Levantándose y dirigiéndose de nuevo hacia
él.) ¿Sí? Pues lo que es con mistress Erlynne me
parece que no ha de faltarle conversación, querido
Tuppy.
AUGUSTO.-Hijo mío, te estás volviendo
insoportable. Si yo no fuera el hombre de mejor
carácter más bonachón que hay en Londres...
GRAHAM.- Te hablaríamos con más respeto; ¿no
es eso, Tuppy? (Pasean de arriba abajo.)
DUMBY.- La juventud de hoy día es tremenda. No
tiene el menor respeto a los cabellos teñidos. (LOR
AUGUSTO lanza en torno suyo una mirada colérica.)
GRAHAM.- Mistress Erlynne respeta muchísimo al
querido Tuppy.
DUMBY.- En ese caso, mistress Erlynne da un
admirable ejemplo al resto de su sexo. Es
monstruoso cómo se portan hoy día la mayor parte
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OSCAR WILDE
de la mujeres con los hombres que no son sus
maridos.
LORD WINDERMERE.- No digas tonterías,
Dumby; y tú, Cecilio, procura contener un poco la
lengua. Me parece que ya es hora de que dejéis en
paz a mistress Erlynne. Realmente, no sabéis nada
en contra suya y, sin embargo, os pasáis el día
difamándola.
GRAHAM.