Cartas desde mi molino (Alfonso Daudet) Libros Clásicos

Página 29 de 111

las islas oyó en estas rocas... Pero precisamente, se-
ñor, aquí está el pastor de que le hablo a usted; él
mismo le contará la cosa...
¡Buenos días, Palombo!... Ven a calentarte un
poco; no tengas miedo.
Acercóse a nosotros con timidez un hombre
encapuchado, a quien veía yo desde poco antes
rondar en torno de nuestra hoguera, y al cual había

A L F O N S O D A U D E T

50

tomado por uno de los tripulantes, pues ignoraba
que hubiese en la isla pastor alguno.
Era un viejo leproso, más que medio idiota, ata-
cado por no sé qué enfermedad escorbútica que
convertía sus labios en un gran morro, horrible de
ver. Costó sumo trabajo explicarle de qué se trataba.
Entonces, levantándose con un dedo el labio en-
fermo, el viejo nos refirió que efectivamente, desde
su choza oyó aquel día, alrededor de las doce, un
tremendo crujido en las peñas. Como toda la isla
estaba cubierta por el agua, no había podido salir, y
sólo al día siguiente fue cuando, al abrir la puerta,
había visto la costa llena de restos y cadáveres deja-
dos allí por el mar. Espantado, huyó a toda prisa
hacia su barca, para ir a Bonifacio en busca de gen-
te.
Sentóse el pastor, rendido de haber hablado
tanto, y el patrón tomó la palabra:
Sí, señor; este pobre viejo es quien fue a avisar-
nos. Estaba casi loco de miedo, y desde entonces
tiene la cabeza a componer. Lo cierto es que había
por qué... Figúrese usted seiscientos cadáveres en
montón sobre la arena, revueltos con astillas de ma-
dera y jirones de lona... ¡Pobre Ligera!... El mar la
había molido de golpe y hecho trizas de tal modo,

C A R T A S D E M I M O L I N O

51

que el pastor Palombo apenas ha encontrado entre
todos sus residuos con qué hacer una empalizada
alrededor de su choza... En cuanto a los hombres,
desfigurados casi todos, espantosamente mutila-
dos... daba pena verlos asidos unos a otros, en ra-

Página 29 de 111
 

Paginas:
Grupo de Paginas:         

Compartir:




Diccionario: