Los Cenci (Stendhal) Libros Clásicos

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¿No habría resultado evidente para todos que Beatriz Cenci se había en­contrado en el caso de legítima defensa?
Aquel memorial hablaba también en nombre de Lucrecia, madrastra de Beatriz.
El caso es que Francisco Cenci se enteró de esta tentativa, y ya se puede suponer con qué furia arre­ció en los malos tratos infligidos a las do, desdicha­das mujeres.
La vida llegó a serles de todo punto insoporta­ble, y fue en ¡ronces cuando, viendo con toda segu­ridad que no podían esperar nada de la justicia del soberano, cuyos cortesanos estaban comprados por lo, grandes regalos de Francisco, pensaron tomar la extremada resolución que las perdió, pero, sin em­bargo, tuvo la ventaja de poner fin a sus sufrimien­tos en este mundo.
Hay que decir que el célebre monsignor Guerra frecuentaba el palacio Cenci; era alto y muy guapo y había recibido del desuno el don especial de que, cualquier cosa que emprendiera, la llevaba a cabo con una gracia muy singular. Se ha supuesto que amaba a Beatriz y tenía el propósito de dejar la mantelleta y casarse con ella14; pero, aunque se cui­dó mucho de ocultar sus sentimientos, Francisco Cenci le odiaba, reprochándole haber tenido mucho trato con todos sus hijos. Cuando monsignor Gue­rra , se enteraba de que el monsignor Cenci estaba fuera de su palacio, subía a los aposentos de las da-mas y pasaba varias horas departiendo con ellas y escuchando sus quejas por los increíbles tratos que ambas sufrían. Parece ser que Beatriz fue la primera que se atrevió a hablar de viva voz a monsignor Guerra del propósito por ellas concebido. Con el tiempo, él se prestó al proyecto y, ante las vivas y repetidas instancias de Beatriz, accedió por fin a comunicarlo a Santiago Cenci, sin cuyo consenti­
14 La mayor parte de los monsignor no están obligados por las órdenes sagradas y pueden casarse. (N, ele Stendhal.)
miento no se podía hacer ,nada, porque era el pri­mogénito y jefe de la casa después de Francisco15.
Les fue muy fácil incluirle en la conspiración; su padre le trataba muy mal y no le daba nada, cosa tanto más lamentable ,cuanto que Santiago estaba casado y tenía seis hijos.

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