Los amores (Ovidio) Libros Clásicos

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Si mis votos y deseos algo valen, no experimentará ningún placer; si nada valen, al menos no lo experimentes tú; mas sea cualquiera el proceder que adoptes durante la noche, a la mañana siguiente júrame, que nada le has con cedido.
V
Era el estío; el día brillaba en la mitad de su carrera, y me tendí en el lecho buscando reposar de mis fatigas. La ventana de mi dormitorio, medio abierta, dejaba penetrar una claridad semejante a la que reina en las opacas selvas, o como luce el crepúsculo cuando Febo desaparece del cielo, o la noche ha transcurrido sin presentarse el sol todavía; luz tenue que conviene a las muchachas, pudorosas, cuya timidez busca los sitios retirados. De pronto llega Corina con la, túnica suelta, cubriendo con sus cabellos por ambos lados la marmórea garganta, cual se dice que la hermosa Semíramis se acercaba al tálamo nupcial, y Lais acogía a sus innumerables pretendientes. Le quité la túnica, cuya transparencia apenas ocultaba ninguno de sus encantos; pero ella pugnó por conservarla, aunque con la flojedad de la que ansía la victoria, y se aviene de buen grado a caer vencida. Así que apareció a mis ojos enteramente desnuda, confieso que no vi en todo su cuerpo el más mínimo lunar. ¡Qué espalda!, ¡qué brazos pude ver y tocar!, ¡qué lindos pechos oprimieron con avidez mis manos! Bajo su seno delicioso, ¡qué vientre tan recogido!, ¡qué talle tan arrogante y esbelto!, ¡qué pierna tan juvenil y bien formada! ¿A qué particularizar sus atractivos? Cuanto vi en ella merecía fervorosas alabanzas, y oprimí contra el mío su desnudo cuerpo. ¿Quién no adivina lo demás? Por fin, agotados, nos entregamos los dos al descanso. ¡Ay!, ojalá consiga saborear muchos mediodías semejantes.
VI
Portero amarrado, ¡oh indignidad!, a la dura cadena, haz girar sobre sus quicios esa puerta tan difícil de abrir. Te pido poca cosa, entreábrela solamente, y por su media abertura penetraré de lado. Un amor constante adelgazó mi cuerpo y redujo el peso de mis miembros de tal suerte, que les permite pasar cualquiera estrechez. Él me enseñó a caminar sin ruido a través de los guardianes, y dirige mis pasos sin que nadie me ofenda.

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